Infranqueable

II

Hay una botella
con todos los versos
que no te he escrito
esperándote en el último puerto
en el que mires,
porque sé de sobra
aunque no hables,
y por mucho que te escondas
que me estarás buscando.

Probablemente esté ya muy lejos,
siendo sirena en tus océanos,
en una cuidad sin mar;
cantando con voz seca y empapada
a ver si, por un casual,
te atraigo tanto que te acabas
estrellando contra las rocas.

Pero siempre has estado tan sordo
que no veías que cualquier pececillo
te podía atacar.

No me subestimes, marinero.

Las pirañas saben morder
antes de aprender

a nadar.