A tu tierna merced

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Siempre me he preguntado
a dónde iban los abrazos
que no quisiste darme
y si hay una cola en la que espera
todo lo que te guardo.

Que inevitablemente eres
un daño colateral
de un accidente
al que cuando te echo de menos
llamo amor
y otras veces
no sé como llamar.

Sólo sé qué locura me hará
decirte por fin todo
lo que me ronda la cabeza.
El problema es que te miro
y me habla tu boca sin separar
los labios, y tanto pierdo el sentido
que ya son las cinco
y te estoy escribiendo
otra noche más.

Puedo pasarme las semanas
pensando que soy lo suficientemente
fuerte,
valiente,
yo,
como para aguantarme las ganas
de tirarme a tu cuello como si fueras
algo que se me puede
escapar
y que ni siquiera tengo.

Y es ver aparecer tu fría timidez
lo que me enciende sin quererlo.

Es esa canción
que de alguna manera
y no se cómo
me recuerda
a ti
y por eso la pongo el bucle
hasta que me quedo dormida
y sueño
con que no pasas de mi otra vez.

Cuántas veces me habré
tirado en la cama oliendo
a alcohol en vez de a ti
y perdiendo
la cuenta de los besos
que te esperan
pacientemente en la pluma
pero que no me susurran
palabras para (d)escribirlos.

No creo (y no se si quiero)
que sepas que todo mi caos
cobra sentido cuando te miro
a los ojos.

Pero si te estoy sujetando
la cara entre mis manos
¿Por qué no puedo
sujetarte el corazón?

Vamos, infranqueable cazador,
obra otro milagro.

InfranqueableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora