No te sabes esconder

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Cómo adoro tus misterios.
Has sido mi alma rota
en la indiferencia más absoluta
tanto tiempo que te creí cosido
a mi piel.

Y llevas más lunas de lo que pensaba
teniendo otras manos,
otros labios,
otros ojos,
otra voz.

Normal que no te reconociera, joder.

He tardado en darme cuenta,
pero sigues sin ser un misterio
para mí.
Otro nombre no va a poder
esconderte.
Te he pillado, hija de puta.
Y eso que has estado ahí siempre.

Te reto a esconderte mejor,
que mi corazón me sirve para detectarte;
el vuelco es el mismo
por mucho que cambies.
Estamos, aunque no me guste, unidos
por el lazo granate
que algunos llaman destino;
yo lo llamo, entre dientes, amor.

Adelante,
juguemos al escondite:
yo cuento y tú huyes
a esconderte de mi pluma.

¡Maldita musa!, los poemas
son los mismos.

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