Capítulo 2

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Taehyung: 12; Jungkook: 14.


.Torbellino de emociones

De camino a la escuela, los menores se hallaban sumidos en un silencio, la música moderna que la radio les brindaba siendo lo único que se escuchaba. El padre de los niños pensó que tal vez unas cuantas melodías alegraría la mañana de estos, pero al ver por el espejo retrovisor de su auto la imagen de un pequeño Taehyung deprimido era lo único que conseguía.

Hace unos cuantos días que aquella situación se encontraba así, pues el castaño mantenía un comportamiento bastante inadecuado. Era mas revoltoso de lo normal, no hacia caso, sus berrinches eran cada vez peor, y aquello tenía a sus padres hartos. No podían creer que su pequeño, siendo un angelito bien comportado, había pasado a ser una verdadera pesadilla que únicamente obedecía si Jungkook se lo ordenaba.

¿Y como no? Si Taehyung tan solo pedía un poco de atención, y al parecer el único dispuesto a estar todo el día con él, era su Kookie.

El menor mantenía sus ojos puestos en la ventana del auto, observando todas aquellas casas que con tan solo segundos iban dejando atrás, demasiado concentrado en imaginar ser un ninja que saltaba encima de todos aquellos hogares. La calidez de la mano de Jungkook contra la suya era reconfortante. Se mantenían agarrados de las manos, con sus deditos entrelazados, aquel gesto siendo lo suficiente para dejar de lado el frío que aquella mañana les brindaba.

Jungkook lo miraba.

Si alguien hubiese notado aquel peculiar brillo en los ojos de Jungkook al ver a su hermanito, seguro pensarían que lo adoraba. Adorar suena muy simple, la verdad. ¿Pero qué sabrá el resto, si no se encuentran en el lugar del azabache? Amar. Amar suena bonito.

Jungkook lleva su tímida vista hacia su mano entrelazada con el contrario, una sensación reconfortante instalándose en su pecho. ¿Qué era aquello que tanto lo sofocaba cada vez que ponía sus ojos sobre Taehyung? Porque sentía sus piernas flaquear por un abrazo de su hermanito, sentía como el calor se le subía al rostro cada vez que su pequeño sonreía. Porque su corazoncito saltaba de forma descontrolada cada vez que pensaba en él.

Lo amaba.

Amaba a Taehyung de una forma que ni él lograba comprender. Aborrecía no poder tener claras sus ideas, sus pensamientos, sus reacciones, su corazón. Su corazón era un maldito, le hacía doler, pero también le hacía querer. Pero a pesar de ni él mismo sabe qué es lo que le ocurre, de alguna manera le fascinaba todo aquel caos que llegaba a sentir. Le hacía sentir tan vivo.

Tal vez, y solo tal vez, podría estar cerca de comprender aquellas cursis y absurdas películas de las princesas de Disney que Taehyung lo obligaba ver a menudo. Todas esas veces que pensó que era repugnante el hecho de estar loco por alguien, de convertirse en un príncipe para ser aceptado por el ser que amas, un valiente caballero socorriendo a la princesa. Quizá ahora, mientras sus oscuros ojos brillantes se encargan de definir el perfil del castaño, comprendía que todo aquello se hacía por una sencilla razón.

Amor. Qué lindo sonaba eso.

Poco después, sus pensamientos se vieron interrumpidos por el auto frenando de golpe, haciéndolo pestañear desconcertado. Ni siquiera había notado que ya llegaron a su destino. Sus ojos puestos en la ventana a un lado suyo, viendo a través de esta los diversos alumnos entrando al colegio.

Ambos se despiden de su padre, bajando del coche, sus siluetas siendo reflejadas en el azulado y brillante metal del vehículo. A veces Taehyung llegaba a sentir envidia, pues aquel auto, llamado de forma boba cuchurrumin, recibía más atención de su padre que él.

𝐁𝐫𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫𝐬 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 ➴kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora