Capítulo 7

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Un Jungkook de ya catorce años se encontraba sentado en el sofá, frente a la televisión, esperando su tan anhelado turno para poder al fin jugar.

Hoy, sus padres le habían dado el permiso para invitar a sus amigos, y, los mayores se llevaron una gran sorpresa al abrir la puerta, encontrándose con chicos muchísimos más grandes que su hijo. Min Yoongi y Kim Namjoon compartían la misma edad: dieciocho; y Kim Seokjin, era el menor por dos año. Los chicos ya tenían un poco de barba y tenían vestimentas negras y unas cuantas cadenas.

Al menos, después de las extrañas miradas que le lanzaban sus padre a su hijo y sus amigos, descubrieron que aquellos chicos si querían y cuidaban a Jungkook y eran totalmente amables y simpáticos.

Taehyung se encontraba igual que su hermano, sentado a su lado y al otro lado de Jungkook, Yoongi también aguardaba su turno, ya que solo tenían dos mandos para jugar a la play station. La madre de ambos hermanos en sí estaba emocionada; pensab que su hijo mayor era un antisocial, y que tenía cero amigos, pero resultó todo lo contrario. Además, ella podía cocinar galletas para darle a los invitados y servir de su deliciosos pie de limón que había horneado esta mañana.

Mientras Taehyung se hallaba con su boca llena, migajas en sus labios y ambas manos ocupadas con galletitas. ¿Qué culpa tenía él? No es su problema que su madre cociné tan delicioso. Yoongi ya estaba devorando su segundo trozo de pie, mirando a la pantalla, notando que Namjoon iba perdiendo vida, siendo atacado por otra persona, mientras le gritaba a Seokjin que lo ayudara.

Fortnite. ¿Qué mejor juego que ese? Además, Jungkook tenía este juego en la bolsa. Literalmente, su habilidad en este juego era gigante; según el, era el rey del Fortnite. 

—¡Aish! ¡Te dije que me ayudaras!—gruñe Namjoon, dejando el control a un lado para jalar sus cabellos estresado. Seokjin sonríe, pero, esa sonrisa se desvanece al momento en el cual muere; había sido atacado por un francotirador—Ja. El karma, perra.

—¡Mi turno! ¡Kookie juguemos!—chilla un castaño muy feliz, con la boca llena.

Jungkook mira a Yoongi, pero este se veía muy concentrado en su rebanada de pie, que dudaba en preguntar si él quería jugar. Pero, su madre llegó con una sonrisa donde Yoongi, entre sus manos, llevando una tartaleta de moras.

—Yoongi, cielo, ¿Quieres más?—la mujer quedó fascinada con el muchacho. A pesar de que Jungkook le dijera que parara de comer como un animal, su madre iba y le daba el doble de comida a Yoongi. Ese chico, si que sabe que es una buena comida.

—Si a todo, señora Jeon—Yoongi extiende su plato para recibir la rebanada. Con su tenedor toma un pedazo y lo lleva a su boca, desgustandolo y soltando un gemido de satisfacción—Usted es mágica.

La mujer le regala una sonrisa y le desordena el cabello, para luego darse la vuelta y adentrarse a la cocina. Yoongi, por una parte, disfrutaba la atención que le brindaba la madre de Jungkook, sintiendo como ella le regalaba un poco de cariño maternal; eso que él nunca tuvo. Se sentía especial, acogido, y tratado como a un hijo más en esa casa.

El señor Jeon estaba a unos tres metros de ellos, con su computador encima de la mesa, trabajando.

—Amigo, jueguen ustedes dos. Yo tengo una cita con esta ricura—y sin decir más, Yoongi lleva otro bocado a su boca.

Seleccionaron sus personajes y ambos hermanos comenzaron la partida. Para comenzar, Taehyung no era mucho de jugar a esos juegos, pero, hoy quería hacer una excepción, intentando de verse cool frente a los amigos de su hermano. Namjoon le iba ayudando al castaño, tanto en la selección de armas, liquidando a los enemigos, etc. Jungkook no le molestaba que sus amigos estén cerca de su hermanito. Ellos, eran especiales. Eran los únicos a los cuales le tenía la suficiente confianza para dejárselos hasta durante un día entero, y aún así, sabrá que sus amigos lo cuidarán como si de un diamante se tratase.

Para toda la mala suerte del azabache, iba perdiendo. Lo estaban matando, mientras que Taehyung se reía de su desgracia escapando, dejándolo solo al momento de encontrar un coche para así largarse. Ahora le comenzó a dar vergüenza decir que era el Dios del Fortnite. ¿Qué le habían pasado a sus habilidades?

—¡Gané Kookie! ¡Fuí el último!— el castaño gritó alegre, viendo como sus verdosos ojos el rostro de su hermano, buscando una aprobación, una felicitación de parte de él. Pero nada. Se esperaba una sonrisa aunque sea, pero, recordó lo competidor que es su hermano.

Jamás le gustaba perder.

El azabache se puso serio, dejando el control a un lado para irse al otro extremo del sofá, alejándose de sus amigos y hermano.

—Vamos Jungkook. No empieces con tus berrinches— Namjoon conocía muy bien a su pequeño amigo, para saber que en este momento Jungkook es capaz de golpear a alguien hasta hacerlo sangrar.

Y es que, aún sus amigos no comprendían como Jungkook puede ser tan agresivo, ¡Y solo por perder en un simple juego! A veces, sinceramente, se cansaban de él, de su actitud de mierda, como le solía decir Yoongi. El método de Jungkook para tranquilizar su furia, muchas veces, es romper papeles, destrozarlos, dejando pequeños cuadritos de papeles sacadas de las hijas de su cuaderno.

Jungkook no tenía un cuaderno a la mano.

—Kookie...—Taehyung se intentó de acercar a su hermano, pero solo recibió una mala mirada de parte del mayor y este se alejó, yéndose a sentar a la misma mesa en la cual trabajaba su papá, viendo como Seokjin y, por fin, Yoongi comenzaban una partida nueva.

Pero, lo que Jungkook se sorprendía de sí mismo, fue que últimamente a estado más calmado y, un poco menos conflictivo.

—Jungkook, hijo—llama su padre, sacándose sus lentes. El azabache lo mira, aún con su pecho subiendo y bajando lentamente, conteniéndose a sí mismo para sacar de su cabeza las ganas que tenía de romper su consola.

—Ellos me ganaron— contestó su hijo, viendo como Taehy no venía por él, insistente como siempre. Ahora el castaño estaba con Yoongi, dándole de probar de las deliciosas galletas, y el mayor no se quejaba, de hecho, las recibía gustoso. La comida nunca se rechaza—Hicieron trampa...

—Te diré algo, Jungkook—su padre se apoya en el respaldo de la silla, mirando a su hijo mayor apretar su mandíbula, tenso —No siempre en la vida se gana.

Y Jungkook soltó una carcajada seca.¿Qué no siempre se gana? Jungkook tenía planeado ganar muchísimo en la vida, y un estúpido juego no era comparado con sus planes que tenía.











𝐁𝐫𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫𝐬 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 ➴kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora