Capítulo 10

21.8K 2.2K 639
                                    

Jungkook se verificaba una y otra vez si se encontraba perfecto: cabello bien peinado hacia un lado, su camisa sin arrugas al igual que su pantalón, y sus zapatos bien lustrados. Subió su vista para mirarse el rostro y sonrió con egocentrismo ante lo que veía.

Vaya, la pubertad le pegó fuerte.

Por el reflejo del espejo logró ver a su hermano, el cual estaba agachado, concentrado en abrocharse sus zapatillas. Ambos eran como polos opuestos a la hora de arreglarse; mientras Jungkook intentaba de verse magnífico, ya sea en todo sentido, con sus camisas y zapatos bonitos, Taehyung se ponía lo primero que encontraba. Pero, como a nadie más le resulta—o al menos él no ha visto a nadie más así—, el castaño se veía bien con todo.

Ahora usaba una polera roja, unos pantalones negros rotos, los cuales Jungkook les mandaba mil maldiciones telepáticamente—como si eso fuese a funcionar—, ya que estos eran tan ajustados, que a Taehyung se le marcaban apetitosamente sus muslos, y, ¿Qué decir de su redondo trasero? Ufff... Qué calor.

Vió como Taehyung le daba la espalda para dirigirse a su mesita de noche en busca de uno de sus relojes. Su hermano ha tenido últimamente una obsesión con los relojes, que al simple punto que le fascinan y tiene una colección de estos. Mientras el azabache lo analizaba una y otra vez sin ser consciente de la palabra disimulo en todo este rato, Taehyung se sentía nervioso. Saber que estaba bajo la mirada de su hermano no le causaba gracia, de hecho, por alguna razón lo hacía sudar frío al instante, sin tener el valor de girarse para encararlo.

Solo se abrochó su reloj alrededor de su muñeca y se dirigió hacia la puerta.
No se giró a mirarlo, ni siquiera de reojo, pero sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo cuando su muñeca fue tomada con delicadeza, obligándolo a levantar su vista hacia su hermano mayor. Pues... Jungkook se veía bien, como siempre. Con sus ropas perfectas, rostro perfecto, todo perfecto. El azabache lo miraba con una pizca de brillo en sus ojos, ¿Y cómo no hacerlo? Estaba viendo a ese par de esmeraldas preciosas. Algo que le fascinaba.

—Te ves bien—el primero en hablar es Jungkook, sin apartar sus ojos de los del contrario.

El azabache notó como su hermanito tragó pesadamente, y se sintió mal. Tras unos años, ya nada es igual. Ahora, ya no juegan, ya no se juntan, ni siquiera ven televisión juntos, y todo porque Taehyung lo evita. Y Jungkook cada vez intentaba de decirle a gritos a su corazón de que no se rompa, que todo estará bien, aunque sepa que no es así. Hoy en día se sigue preguntando: ¿Por qué? ¿Por qué de él? Hay miles y miles de personas en todo el mundo, y tuvo que enamorarse de alguien de la cual es prácticamente imposible que vaya a surgir algo más que una potente amistad, pero para eso hay que tener cercanía y confianza hacia la persona, cosa que Jungkook perdió eso de Taehyung. Odiaba potentemente su amor unilateral, y amaba potentemente a su dulce hermanito.

Suspiró. A estas alturas, una charla de hermano a hermano se volvía incómoda para ellos, ya no sabían que decir, que acotar, ni nada por el estilo. Pero el azabache quería que Taehyung le sonriera y le contestará algo, aunque sea el "okey" más corto y frío de la existencia.

  —  G-gracias...— Taehyung bajo la mirada a sus pies, pegándose internamente por haber titubeado— Tu tambien te ves bien...

Ambos salieron de su cuarto, y bajaron las escaleras dirigiéndose a la sala. Esta estaba decorada con globos y unas cuanta serpentinas, una mesa larga apegada a la pared, en la cual habian depositados distintos aperitivos y refresco para todos los gustos. Sus padres si que se esmeraron en organizar algo para festejar el cumpleaños de Jungkook. Hoy, el uno de septiembre, el azabache cumplia sus dieciocho años; ya era todo un hombre.

𝐁𝐫𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫𝐬 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭 ➴kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora