El hombre capítulo 5

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EAquella noche fue diferente, era una noche particularmente helada, habíamos hablado un par de minutos de lo que pasamos, estábamos tan cansados que caímos rendidos, mis heridas no me dejaban conciliar el sueño por mucho tiempo, despertaba constantemente del dolor y en medio de la madrugada mis necesidades fisiológicas llegaron, sentía unas ganas enormes de ir al baño, pero algo en el fondo me decía que no sería buena idea levantarme.  Pasaron así algunos minutos hasta que ya no pude soportarlo más y me levanté rápidamente, mientras me encontraba orinando podía escuchar como rechinaba la mecedora del abuelo, normalmente se sentaba en el pórtico y leía el periódico, ese sonido lo conocía perfectamente, pero eran las tres o cuatro de la mañana, eso me alarmó un poco.

Salí lentamente del baño y me dirigí a la pequeña ventana esperando ver a mi abuelo sentado en su mecedora, comencé a observar con atención puesto que no veía nada por la oscuridad de la noche, cuando de pronto desde el fondo de la sala...

-¿Qué estás haciendo?-

Voltee de golpe y ahí estaba, en el rincón de la habitación, en lo que era probablemente el lugar más oscuro de la casa, mi abuelo sentado en su mecedora, solo podía ver su silueta mecerse, sabía que me estaba mirando fijamente, yo estaba asustado, todo era muy extraño...

-Nada, ya me voy a dormir- Respondí en tono inseguro.

-¡No! Espera...

Me quedé paralizado a mitad de la sala, mi abuelo, el hombre con el que podía sentirme protegido de pronto se convirtió en un desconocido, sabía que algo andaba mal.

-Sabías que odio a los niños mentirosos verdad...

En ese momento sentí que mi sangre bajaba de golpe por todo mi cuerpo, ni siquiera tenía el valor de responderle, quería hablar pero les juro que no podía, me temblaban las manos...

-¡Contesta! ¿Qué estabas haciendo?-

Voltee a mirarlo, pero ni siquiera podía distinguir sus ojos, solo su silueta meciéndose, el rechinido de la mecedora cada vez se escuchaba más fuerte y el ambiente se ponía tenso.

-No quiero volver a verte despierto a esta hora, en verdad, no quieres que te vea despierto a esta hora... ¡Lárgate!
Corrí rápidamente al cuarto y me tapé de pies a cabeza, comencé a rezar mientras lloraba de miedo, ese no era mi abuelo, jamás me había hablado de esa manera, de alguna forma lo que había en ese pozo lo volvía loco y sin lugar a dudas lo más extraño apenas comenzaba.

Por la mañana estábamos desayunando, mis primos estaban conversando normalmente, pero yo estaba muy callado, no podía mirar fijamente al abuelo, él estaba más serio de lo normal, sus movimientos con los cubiertos eran violentos y su forma de masticar la carne era en verdad asquerosa, poco a poco Alex y los demás notaron su actitud, me miraba fijamente. De pronto la abuela se acercó.

-Dani, ¿qué te pasó?- Preguntó al notar las heridas en mi rostro y brazo.

-Nada- Respondí.

-¿Nada? Pelearon otra vez verdad...

Alex y yo nos miramos fijamente y asentamos moviendo la cabeza, antes de que la abuela nos pudiese regañar de la forma que ella lo hacía, suave y sin alterarse, el abuelo tomó a Alex del brazo.

-¿Te gusta pelear? Eres ya todo un hombre verdad-

Alex lo miró sin poder decir algo.

-Tú me vas a acompañar el día de hoy, ¡Vámonos!

No podíamos creer lo que estaba pasando, estábamos asustados, no sabíamos qué podría pasarle a Alex. Antes de irse le recalcó a la abuela nuestro castigo, teníamos prohibido salir de la casa, pero no podíamos quedarnos de brazos cruzados, no bajo esas condiciones, no dejaríamos a uno de nosotros solo.

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