Capitulo 3 (Editado)

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Como todas las mañanas después de desayunar voy corriendo a la academia, hoy será mi último día. No me apetece nada dejar mis estudios.

Al llegar me encuentro en el patio delantero a los de primer año haciendo sus ejercicios, entre ellos Lucy en el suelo agotada. Me río y voy al patio trasero donde está mi clase.

Después de acabar las clases me dirijo a las oficinas centrales para presentar mi abandono. Todos me dedican miradas de desaprobación y de decepción.

—McGarden, me he enterado que abandonas. —me giro para encontrarme a Laxus, mi superior del año pasado.— Es una pena, eres la mejor de tu promoción. No deberías abandonar.

—No lo hago por gusto. —hago una pausa para pensar que decirle.— Es por problemas personales. Volveré cuando los solucione.

—Me alegra escuchar eso, nos vemos.

Camino a mi casa con tranquilidad, al llegar dejo la gorra enganchada en el perchero. Voy a la cocina para encontrarme a Mirajane unas de las sirvientas.

—Señorita aún falta un poco para el almuerzo, si quiere puede tomar una ducha mientras espera por su comida.

—Eso haré, Mirajane. Pero por favor dime Levy. Eres mayor que yo y me da vergüenza. —sólo me da una sonrisa cálida.

Voy a mi habitación cogiendo antes mi gorra, subo a mi habitación y entro en el baño de esta. Me quito mi ropa y la echó a lavar para guardarla más tarde. Me coloco mi vestido naranja favorito, al bajar al salón me encuentro a mi padre en la mesa sentado con su plato.

Me siento frente a él, comiendo mi plato hasta que no puedo más:

—¿Por qué? —suelto sin más.

—¿Por qué, qué? —pregunta incrédulo.

—¿Por qué la boda? ¿Por qué yo? —le pregunto desesperada mientras termino poco a poco mi plato.

—Porque le gustaste y yo le dije que sí sin consultarte, no podemos quedar mal ante el señor Redfox retractándonos.

—¿A esa piedra sin sentimientos? Sé que hay algo más.

Siento como alguien pone una mano en la silla, Agarro el cuchillo rápidamente y me giro colocándolo a la altura del cuello de la persona. Sus ojos rubíes me miran sorprendidos y hasta con curiosidad, veo como detrás de él dos hombres se llevan la mano a la cintura, tal vez para sacar sus armas.

Con su dedo índice aparta el cuchillo y veo como sale un camino rojo que se desliza hasta su camisa blanca perdiéndose en ella.

—¡Dios mío! ¿Señor Redfox está bien? —el tono de mi padre sale alarmado, con urgencia y falso se acerca a nosotros, pero ninguno de los dos desvía la mirada del otro.

—Interesantes reflejos. —comenta levantando una ceja.— Estoy bien.

—Ya he acabado, me retiro. —me levanto, al pasar por su lado me agarra por la muñeca y yo le agarro su muñeca casi a la misma vez apretándola con fuerza.— Suéltame ahora mismo.—le ordeno con toda la firmeza del mundo.

—He venido ha hablar contigo. —ahora quien levanta la ceja incrédula, soy yo.— No quiero que seamos unos desconocidos cuando nos casemos. —paso por su lado y camino de espaldas sin quitarle ojo de encima.

—Es una pena, porque a mí no me apetece conocerte. Si me disculpas voy a mi habitación. —hace un movimiento con la mano, y siento cuatro manos agarrándome. Intento soltarme. En vano.

—No volveremos muy tarde. —dice Gajeel a mi padre.

Sale de la sala y sus hombretones me llevan detrás de él, casi no llego al suelo.

Veo aparcada una limusina negra muy elegante frente a mi casa. Gajeel ingresa en ella y a mí me meten a la fuerza, una vez dentro ponen el cerrojo. No sé dónde están sus guardaespaldas pero no han subido a la limusina eso lo tengo claro.

—Levy, sólo quiero que nos conozcamos. Vamos a estar casados por un año. —ni siquiera lo miro solo miro la ventanilla y el paisaje pasar.

—¿Ah sí? —veo por el cristal como asiente.— Entonces ¿A qué te dedicas?

—No puedo decirte, al menos aún no. ¿Y tú?

—A nada, mi padre me mantiene. —miento descaradamente.

—Mientes. —su voz suena muy cerca de mi oído y veo como mi cabello se mueve por su respiración.— Esos reflejos y esa fuerza con la que me agarraste no son normales.

—Voy al gimnasio. —vuelvo a mentir pero esta vez no me acompaña la tranquilidad de antes, mi corazón late frenético y mi respiración es difícil de controlar.

—Vuelves a mentir. —acaricia mi mejilla con su nariz y coloca una de sus enormes manos en mi pierna.— No puedes mentirme. —esta vez susurra en mi oído, lo empujo alejándolo de mí.

—¿Quieres saber a qué me dedico? Bien, pues averigualo, sé que tienes los medios para hacerlo.

Suelta un sonido parecido a "Gihee" con una sonrisa de medio lado, solo capto diversión en sus ojos. Me ofrece una copa de champagne y observo cada movimiento que hace para servirme la copa, asegurándome que no le echa nada extraño. Él se sirve otra copa y golpea con delicadeza mi copa.

—Por nuestra boda. —me mira fijamente a los ojos provocándome un escalofrío.

—Por los secretos que nos envuelven. —me llevo la copa a los labios pero no bebo hasta que él lo hace.

—¿Cuántos años tienes, Levy? —cuando termino la copa, la coloco al lado de la suya.

—23 años ¿Y tú? —siento mi cuerpo pesado, no puede haberme drogado estuve pendiente todo el rato y no echó nada. Además hace menos de un minuto que he tomado la copa, no he estudiado ninguna droga que actúe tan rápido. Culpo a una bajada de presión arterial contraigo mis cuadriceps y mis manos como me indicó mi médico hace unos años.

—30 ¿Has tenido pareja antes? —me cuesta respirar y empiezo a sudar mientras que mi cuerpo aún se siente débil. Aún así sigo los ejercicios.

—N-no. —me agarro a su brazo.— No me encuen... —mi cuerpo cae sobre sus brazos.

—Buenas noches enana.

Caigo en la inconsciencia con solo un pensamiento en mi mente.

Me drogó y lo hizo sin que yo me percatará. Es más peligroso de lo que creía.

★★★★★★★★★★★★★
¡Hola mis queridos lectores!

¿Qué tal capítulo? ¿Les gustó?
¿Por qué creen que la drogó? Estaré leyendo sus hipótesis.

Tengo buenas noticias y es que he escrito muchos capítulos (voy por el capítulo 13 jejeje) y subiré capítulos Lunes, Miércoles y Sábados.

Nos leemos el lunes.

Saludos y besos de Noa-chan

Matrimonio por contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora