Capítulo 15

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Las calles se bañaban con la pálida luz proveniente de algunas ventanas, la gente descansaba de un largo día como cualquier otro encerrándose en sus casas para no volver a salir. Algunos mendigos la miraban con extrañeza para rato después desviar su atención hacia otros asuntos más interesantes.  La joven de cabello corto y totalmente desordenado se paseaba con un niño de mirada inquieta y de alargada figura  mientras la luz de la luna le salpicaba la pálida piel haciéndola lucir casi como la de un cadáver. Las bolsas cargadas de alimentos para pasar algunas semanas se hacían más pesadas a cada paso. Estaba tan agotada que le costaba darse cuenta de que derramaba el contenido de una de las bolsas que llevaba consigo y de que el niño a su lado le jalaba la mano mientras hablaba con un toque de desconcierto en su voz.

Los ojos se le cerraban y volvían a abrirse debido a la falta de descanso. Últimamente pasaba muchas noches sin poder dormir bien, revivía a menudo las turbulentas pesadillas cuando conseguía a duras penas conciliar el sueño en medio de la noche. Olvidaba gran parte de ellas pero otras se quedaban para no irse. En su conciencia solo reinaba la imagen de un muchacho de ojos rojos y largo cabello negro mirándola con un toque de cariño mientras ella recorría con los dedos cada centímetro de su rostro. 

El sueño se apoderaba de ella junto con la imagen de ese joven, cuando distinguió  unos pasos más adelante a una figura que corría en su dirección y alargaba los brazos para prevenir que se estrellara contra el suelo cargando con todo su peso.

                                                                                     ***

Pestañeó un par de veces antes de que el desconocido empezara a aclararse. Al principio solo distinguió una mata de cabello negro espeso y desordenado cayendo en su dirección, luego unos ojos tan verdes como las esmeraldas hicieron presencia en su campo de visión, definitivamente una persona que nunca había visto se acercaba a ella y la conmovía con una belleza casi infantil. Por un momento se permitió creer que ese chico era un ángel, pero ahuyentó ese estúpido concepto al contemplar por un segundo ese par de arrebatadores ojos carentes de bondad... Casi carentes de vida.

- Por poco te duermes– El pelinegro abrió la boca para pronunciar esas palabras indudablemente obvias para después realizar la mejor imitación que tenía de una sonrisa, al parecer bondadosa e inspiradora de confianza.

- ¿Qué? – Kaede habló con una voz algo rasposa y desagradable poco propia de ella, lo que la hizo sentir extraña.

- La próxima  vez deberías de ser más cuidadosa.

Abrió más los ojos con sorpresa  y se puso de pie tan rápido como pudo volviendo a sentir el mareo recorrer cada centímetro de su cuerpo. Unas delicadas manos evitaron que se cayera y la sentaron con firmeza de vuelta en la banca, desde allí pudo ver que se encontraba en la misma calle. Por suerte el muchacho había tenido consideración con ella justo antes de que terminara hiriéndose algo, pero... ¿por qué?, no era un aldeano y si lo hubiera sido nunca habría ayudado a la "Bruja" aliada con Reishi y Kina.  Reparó bien al desconocido notando que éste no pertenecía a la aldea, desde sus ropas hasta su aspecto se hacía algo evidente.

- ¿Y tú quién eres?

- Oh... - Él se mostró algo sorprendido, para después enseñar otra resplandeciente sonrisa – Lamento no haberme presentado, mi nombre es Tora y pertenezco a Otogakure – Se inclinó grácilmente. Ella se quedó inmóvil, en silencio procesando la información recibida. Él levantó el rostro al percatarse del silencio incomodo en el que se sumió Kaede. La miró con esos ojos brillantes y seductores analizándola minuciosamente.

- ¿Qué estás haciendo aquí? – Inquirió la muchacha después de meditar un momento. Él continuó mirándola de aquella extraña manera, hasta que ella retiró su mirada y se sintió enrojecer de golpe.

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora