Capítulo 13

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No existía  nada más aparte de la oscuridad, ¿Por cuantas lecciones tendría que pasar para comprender el nivel en el que su poder se encontraba? Tal vez miles, teniendo en cuenta  lo poco que avanzaba desde el comienzo de su carrera ninja. Débil, era débil, despreciablemente débil.

- Todavía no tienes el suficiente poder para derrotarme  -dijo Itachi desde algún lugar en la oscuridad. La habitación en la que habían muerto sus padres, se empezó a dibujar poco a poco en una esquina de aquel mundo de ilusiones. Los dos parecían estar ilesos, de rodillas y con la vista clavada en el suelo como un par de mártires.

- Estarás 24 horas en este genjutsu reviviendo el día que tanto detestas – Anunció el hermano mayor, antes de clavarles la katana en la espalda a sus padres una y otra vez sin descanso. 

Lo único que Sasuke  pudo hacer fue gritar desgarradoramente y tratar de cerrar los ojos para no apreciar semejantes atrocidades. La muerte de tíos, primos, abuelos y otros familiares, se paseaba sin cesar ante él. Tal vez estaba pasando por el segundo peor momento de su vida justo en ese instante.

De vuelta a la realidad, el niño rubio se lanzó en defensa de su más querido amigo, la visión de un Sasuke derrotado y maltratado no encajaba con la personalidad ni objetivos de éste ni por asomo.

Con los ojos vidriosos y unas cuantas gotas de sangre escapando de su boca, se quedó inmóvil. Traumatizado y en estado vulnerable, parecía haber perdido la esencia de la realidad para seguir repitiendo la macabra escena más veces de las que su hermano hizo en la ilusión.

Antes de que la pelea empeorara, Jiraiya realizó una de sus mejores invocaciones, el estómago de rana tapizó cada centímetro del edificio y se enredó en los pies y armas de los enemigos. Incluso pudo atrapar a Sasuke y alejarlo de las manos de Itachi, a lo que él hermano mayor solo se limitó a observar cómo la babosa piel engullía al menor.

- Si se preguntan dónde están – Informó Jiraiya – este es el estómago de una rana gigante.

Naruto peleaba por desprenderse del líquido baboso que pegaba sus sandalias al suelo. Los demás se ponían alerta, era el momento ideal para escapar, antes de que llegara alguien al cual la chica sentía aproximarse.

- Tenemos que irnos – Anunció. Sus compañeros de desprendieron con dificultad de la baba y echaron a correr como alma que lleva al diablo directo hacia un pequeño hueco que faltaba por rellenar.

- Nadie sale de aquí sin mi permiso – El sannin realizó algunos sellos para intentar cerrar el hueco del estómago de rana, lográndolo justo a tiempo.

- Esas paredes son blandas – informó Kisame mientras seguían corriendo hacia la recién cerrada salida.

Una gotita de sangre resbaló por uno de los ojos de Itachi inmediatamente después de quemar el lugar con el fuego de Amaterasu, un jutsu aún más poderoso de lo que cualquier ilusión era.

                                                                                        ***

- Mierda – Gruñó entre dientes. Itachi estaba a punto de colapsar después de salir del edificio.

- Te sobrepasaste otra vez, Itachi – Kisame lo observó curioso. Lo vigilaba a cada segundo, esperando a que colapsara después del espectáculo presenciado en la posada.

- No es importante – Respondió. Removió el Sharingan de sus ojos haciéndolos lucir tan negros y  profundos como siempre.

- No puedo darte más dosis de ese medicamento y lo sabes – Él la observó de soslayo.

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora