Capítulo 11

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La aldea se extendía frente a ellos majestuosamente. Los habitantes reparaban sus casas bajo el prominente sol matutino, sin siquiera imaginar que dos supuestos criminales y una desertora los vigilaban desde arriba.

- ¿Sabes dónde está? – Preguntó Kisame. Aun estando bajo los efectos de un genjutsu, actuaba con completa normalidad. No parecía sospechar nada, y aun si lo hacía, lo ocultaba totalmente.

 Kisame, estaba programado para cumplir las órdenes de Itachi, sin rechistar.  La misión principal que se les encomendó fue la de capturar al jinchuriki del kyubi, pero el real motivo de la aparición en Konoha, no era ese.

- Si – Susurró el pelinegro secamente. Se atrevió a mirar a su compañera. Durante todo el camino la ignoró. No quería ver la reacción que ésta tomaría al ver a su antiguo hogar destruido y carente de un Hokage tan benevolente como lo fue alguna vez Hiruzen.

- Entonces será fácil – aseguró Kisame.  

- Vamos – Silenciosamente y tan rápido como las capacidades de un ninja les permitían, se adentraron en la aldea.

                                                                                   ***

- ¿Qué es lo que vas a hacer? – Inquirió la chica de repente.

Kisame no cuestionaba las acciones de su colega debido al genjutsu en el que se encontraba, mientras que Kaede se había limitado a guardar silencio durante todo el camino, hasta que la curiosidad pudo con ella.

- Tengo que descansar un rato– Los aldeanos no parecían notar la fría presencia de Akatsuki. En algunas ocasiones una extraña sensación los hacia girar en busca de algo que no comprendían. Pero al hacerlo, se percataban de que aparentemente nada estaba fuera de su lugar. El alcance del poder de Itachi era inmenso, pero solo había certeza de algo después de todo: Si abusaba del poder, terminaría tan desgastado que luego no podría levantarse.  

Kaede no se atrevió a preguntar más de la cuenta.  Captaba a simple vista el deseo que tenía Itachi de ver a su pequeño hermano después de tres años.  Tres largos años de ausencia, en los cuales día tras día, Sasuke debió de haber trabajado arduamente para lograr obtener el poder que necesitaría en un futuro no muy lejano para derrotar a su hermano mayor. Era una sentencia, una condena de muerte exacta.

Pero que al fin y al cabo todo desembocaría  en una mentira... Tarde o temprano, Sasuke sabría la verdad, y de eso Kaede estaba más que segura.  La verdadera razón tras la matanza Uchiha, era un hecho del cual pocos tenían conocimiento, pero que en algún momento dejaría de ser un misterio, para salir a la luz pública.

A pesar de todo, esa diminuta intuición era algo que prefería no compartir con Itachi.

El trío hizo una parada en la tienda de dango para descansar un rato. Llevaban aproximadamente una semana andando en medio del bosque, no precisamente en buenas condiciones. Itachi debía de soportar una gran carga de dolor, que en ocasiones debilitaba su eterna voluntad. Pero nada era suficiente para detenerlo.

- Toma el medicamento de una vez – Ordenó la castaña, al observar el pálido semblante del pelinegro. Estaba a punto de colapsar. La chica insistió poniéndole el frasco de pastillas en la mano. Por un largo momento se miraron intensamente antes de que él procediera a tomar una píldora.

- Eres un pequeño incordio, niña – Kisame rió ante sus propias palabras para luego proceder a tomar de su té.

Antes de que Kaede pudiera responder a la acusación de Kisame, un hombre de alta estatura y cabello blanco algo alborotado se puso de pie frente a la tienda.  Giró su rostro hacia atrás enseñando la máscara que lo cubría casi totalmente.

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora