Capítulo 28

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- Está aquí, no podía verte en este estado.

Se acercó despacio hasta la puerta. No tenía demasiado afán de mostrarle a la pequeña justo después de haber llegado hasta ese punto. Antes de conducir a un débil y delgado Itachi que apenas podía caminar hasta la habitación de su hija, él le hizo prometer que no le dirían la verdad por el momento.  

Esta vez, tendría que mentirle a Saeko respeto a su propio padre solo porque él deseaba que fuera así a pesar de que ella quería todo lo contrario.     

- Quiero conocerlo – Dijo el pelinegro después de enterarse de ello. Lucía una débil sonrisa en sus labios  y la ilusión se paseaba por sus ojos, como si llevara mucho tiempo recibir una buena noticia.

- Es una niña.                                         

Su sonrisa se amplió un poco más y el color de su rostro cambió momentáneamente.

Las emociones de Itachi nunca eran bruscas, siempre aparecían en forma de pequeños y delicados cambios en su rostro, en su postura y en el tono de su voz, lo cual lo hacía un poco difícil de leer. Pero para Kaede rara vez había sido imposible, ella ya lo conocía lo suficientemente bien.  

- Oh… ya veo…

Cuando con abrieron la puerta del todo y se internaron en la habitación, vieron a la pequeña sentada con las piernas cruzadas en el piso. Su oso de peluche se encontraba sentado sobre una silla de juguete y a su lado formando un círculo se encontraba algunas muñecas sucias y desgastadas por el uso pero con menos tiempo de vida que el oso al que Saeko cuidaba con recelo.

Frente a ellos pequeñas tazas decoradas con flores creaban la ilusión de una fiesta de té. La anfitriona claro, debía de ser Saeko rodeada de un delantal viejo de su madre que le quedaba enorme.   

Se giró bruscamente ante la interrupción de su juego.

Itachi permaneció lejos de ella con timidez evaluándola de pies a cabeza, sorprendido por la inusual belleza de la niña.

-  Su cabello – Susurró solo para que Kaede lo escuchara.

-  Es igual al de mi madre – Contestó dando un largo suspiro.

Él se limitó a asentir.

Su rostro era igual al de él exceptuando por el pelo. Saeko lo examinó con curiosidad antes de fruncir el ceño, señalar directo a la cara de Itachi y preguntar con inocencia:

- ¿Quién es ese?

Kaede cambió el peso de su cuerpo a la otra pierna claramente incómoda.     

- Él… Es un familiar de tu padre. Todavía no puede venir aquí pero quería presentártelo.

La pequeña no dijo nada durante un largo rato, su mirada pasó de ser curiosa a perder gran parte del interés. Algo en ella estaba completamente fuera de lugar, era quizás su expresión imperturbable típica de los Uchiha o la extraña mirada que se instalaba en sus ojos al momento de oír la pobre explicación de su madre.

Ella no era una niña normal, era diferente. Justo como lo fue él durante toda su infancia aun cuando no podía entender de ninguna forma cómo funcionaba el mundo, solo contaba con esa extraña intuición que llevó a convertirlo en un ninja excepcional.

- Hola – Saludó la pequeña quedándose inmóvil.

Él se recompuso un poco después de verla, asintió en su dirección. Quería verla más de cerca.   

- Ven, aquí – Ella se puso de pie sin vacilar y cubrió la distancia que los separaba hasta llegar muy cerca, lo miró a los ojos - ¿Cómo te llamas?    

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora