Capítulo 21

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Una papeleta explosiva insertada en un kunai vino a parar frente a sus pies, se cubrió la cara con los brazos y dio un salto hacia atrás justo a tiempo antes de que la bomba detonara y destrozara parte del lindo aviso en el cual aparecía el nombre de  la aldea en grandes letras negras.         

- ¡Kaede! – Gritó el chico cuando sintió el sonido de la explosión vibrar en sus oídos. La buscó para asegurarse de que estuviera bien, cuando  de repente un grupo de anbus se plantaron a su alrededor dispuestos a luchar contra él.

Empezó a combatir cuerpo a cuerpo con algunos de ellos simultáneamente. Necesitaba perder algo de tiempo mientras se las ingeniaba para escapar de allí junto a la muchacha. El problema era como se las arreglaría para evadir a tantos shinobis.

La joven se alejó lo suficiente de la aldea, no podía comprometer a ningún civil en medio de toda aquella problemática. Se deslizó tras un árbol y contempló la escena tratando de visualizar todo mejor para saber cuándo atacar.                  

De pronto, una sensación de angustia en el pecho la sorprendió. Se sentía sola.

Por lo general nunca había tenido que cargar con tantas responsabilidades de repente, todo el peso de lo que pasaba parecía descansar en sus hombros.  Debía de proponerse cuidar lo mejor posible a Kina, pero ¿Cómo iba a desmotivarlo? ¿Cómo decirle que en realidad no lo quería llevar consigo porque estaba cansada de cometer tantos errores?

No pudo hacerlo, no a tiempo. Y de eso se arrepentía.

Pensó en Tora, el error más decepcionante de su vida quizá porque realmente empezaba a confiar en él y a sentir algo de empatía hacia alguien diferente a los pocos que ya no estaban a su lado, o que pronto tendría que abandonar. 

Pero lo arruinó todo, al entregar su confianza. Debido a algo tonto llamado “soledad” por poco pierde a su hija o a alguien más.                                                     

Se propuso no volver a confiar plenamente y a no ser tan accesible. Ya nadie podría clavarle el puñal por la espalda con tanta facilidad como antes.                                             

Se lanzó al campo de batalla sin esperar nada más, pero cuando se acercó se encontró con una situación un tanto alarmante.                                  

 Una enorme bestia de pelaje plateado rugía y enseñaba los dientes a todos los anbus en señal de amenaza.

Unos cuantos ninjas yacían en el suelo, algunos inconscientes y otros muertos. Habían sido desafortunados por cruzarse en su camino justo en el momento menos indicado.

La criatura era tan grande que su aparición logró destruir una buena parte del lugar, de una patada podía enviar a todos los presentes muy lejos.

No era un animal común y corriente, hasta el Kyubi en su apariencia de zorro se veía mucho más normal en comparación con eso. Su cabeza se asemejaba a la de un lobo pero su cuerpo era igual al de un tigre.

Era la cosa más aterradora que Kaede jamás había visto.   

Se inclinó sobre sus patas  preparándose para saltar sobre todo el grupo de anbus que se quedaban inmóviles del terror observándola.                

- ¿Qué demonios es esa cosa? – Se preguntó Kaede. Detalló en sus casi deformes ojos, tenían el mismo color café almendrado de Kina. Lo buscó en varios lugares pero no estaba. La bestia era él.                                                                  

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora