Epílogo

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12 años después

Adornó con una cinta negra su cabello. Estaba muy largo y pronto tendría que cortarlo para que no se convirtiera en un problema. No era una chica superficial pero era casi imposible eliminar el orgullo que le producía el peculiar color morado de su cabello. Su madre solía recordarle con notable orgullo que la abuela quien había sido una de las mujeres más fuertes que existieron en la villa y en el clan tenía el cabello de aquel mismo color.

Le gustaba escuchar las viejas historias de Konoha, lo que pasó cuando aún era demasiado pequeña para entenderlo y lo que sucedió mucho antes de eso. Le recordaba que aunque la vida y las personas eran efímeras, de alguna manera buscaban cómo imprimir algún recuerdo en el mundo, muchas para bien y otras para no tan bien. En cualquier caso, el pasado además de ser inevitable tenía que ser recordado, de lo contrario, estarían todos condenados a repetir los mismos errores, aquellos errores frutos de la venganza, la avaricia y el odio. Ya nadie deseaba pasar por esos tiempos, todos habían tenido suficiente y lo único que deseaban era crecer, prosperar.  

Recordó el collar, el que colgaba de su mano y se le escurría entre los dedos, aquel que perteneció a su padre y que él dejó especialmente para ella, lo amarró de su cuello y salió de la habitación no sin antes contemplar su sonrisa en el espejo. No era un día muy diferente de los otros, pero se sentía optimista. Con suerte, pronto sería ascendida a Jounin y pasaría a ser una ninja aún más valiosa para su aldea.

-  Hola mamá.

Se internó en la cocina animadamente y agarró una cajita de leche de la nevera.

- Saeko – Kaede hizo un ligero asentimiento sin despegar la atención de los papeles esparcidos sobre la mesa junto a una taza de café humeante - Dime, ¿a qué debemos tu buena voluntad para madrugar el día de hoy?  

- Hoy tengo que irme de misión – Dijo sentándose en la mesa frente a su madre. Tuvo que reprimir el impulso de coger uno de los papeles y espiar en él. Kaede revisaba cada uno de los reportes meticulosamente intentando organizar desde el más importante hasta los que definitivamente no haría ni aunque el mundo dependiera de ello. Era exigente y si por alguna razón perdía el hilo de lo que estaba haciendo de seguro se enojaría mucho.

-  ¿Con Mirai?

Suspiró al pensar en su compañera. Era casi tan habilidosa como ella pero no se soportaban mutuamente durante mucho tiempo, el ascenso también sería para Mirai. Al igual que Saeko hacía alarde de las habilidades heredadas de su padre, ella era el orgullo del clan Sarutobi.

- Si…

- Ella es una buena chica ¿Cierto?

- Es bastante buena – Admitió absorbiendo la leche con una pajita -  somos las más avanzadas de nuestra generación, ya sabes.

Kaede dejó de mirar los papeles y los puso en la mesa para encarar a su hija. El lacio cabello color miel le bajaba por la espalda.  En ocasiones a Saeko le sorprendía la belleza de su madre. Imaginó que muchos hombres se le insinuaban mientras trabajaba en el hospital siendo rechazados con su típica insensibilidad y manera directa de actuar.  De repente, sintió preocupación por ella, no le parecía racional ver a una hermosa y vivaz mujer sola, atada a los recuerdos de un pasado que ya no tenía remedio.

- No me digas que no te llevas bien con ella.

Retiró esos pensamientos de su mente para retornar a la incómoda conversación con Kaede.

- Suele ser un poco presumida pero es soportable. No tengo más opción que aceptarla, hacemos buen equipo. Además, las dos tenemos muchas cosas en común. 

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora