Capítulo 18

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Era muy temprano en la mañana cuando Kaede salió al jardín trasero de la casa para extender la ropa recién lavada en las delgadas cuerdas que atadas a dos árboles formaban una tensa línea. Usaba un sencillo vestido azul claro y después de mucho tiempo por fin tenía el corto cabello color miel arreglado.

Habían pasado dos semanas, el tiempo suficiente para recordar todos y cada uno de los detalles que había olvidado gracias al genjutsu de Itachi y el soporte de Reishi. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía se enfadó bastante, tanto que aún seguía enojada y se negaba a dirigirle más de las palabras necesarias a Reishi. En ocasiones pasaba largos momentos llorando de frustración por estar alejada de él y con la única certeza de que seguía con vida, pero  a pesar de todo decidió no cometer una imprudencia como solía hacer cuando se encontraba en situaciones críticas.

Iba a tener que esperar a que su hijo naciera y también a que pudiera encontrar la cura para la enfermedad de Itachi. No iba a volver ante él con las manos vacías, como alguien inútil. Estaba tranquila porque sabía que Sasuke aun tardaría un buen tiempo en buscarlo. Igualar el poder de Itachi debía de ser en extremo difícil para cualquiera, incluso aunque compartiera la misma sangre e Itachi estuviera notablemente debilitado por la enfermedad, pero al final ella estaría ahí para salvarlo, solo debía esperar algún tiempo.                                          

Reishi salió de la casa y se acercó sigilosamente a Kaede, llevaba consigo una canasta de frutas y sus ropas tradicionales blancas ondeaban al viento. Aunque ella llevaba días sin hablarle, para su alivio no se atrevía a gritarle ni a culparlo de nada, la joven parecía  entender la situación en la que estaba envuelta.                                               

 - Te traje esto - se hizo a un lado y extendió la canasta, pero ella lo ignoró y siguió extendiendo la ropa - a partir de ahora debes cuidarte para estar saludable el día del parto, deberías de comer frutas como...                                                    

   - Reishi.                                                    

Él hombre dejó de hablar, apartó la mirada de ella y cambió su tensa expresión a una triste.                                                          

- ¿Cómo crees que se sentiría Itachi si supera esto? – Reishi pudo sentir el tono de angustia en la voz de la joven, estaba punto de llorar.                             

- Orgulloso de ser padre por supuesto – Respondió con pesar. Muy en el fondo sentía que decía lo correcto. Esas palabras no eran una simple suposición, estaría casi seguro de ello si en otra vida o situación mucho menos difícil Itachi recibiera la noticia de ser padre.                         

-  Yo creo que él hubiera sido el mejor padre del mundo – La voz de Kaede sonaba cada vez más ahogada. Sentía la ansiedad amenazar con desestabilizarla mientras el dolor invadía su corazón y amenazaba con esparcirse por todo su cuerpo - Siempre le han gustado los niños aparte de su hermano.                                                       

- Kaede, no hables de Itachi como si hubiera muerto – Al escuchar eso, Kaede rompió en sollozos, sus rodillas se doblaron enviándola directamente al suelo.                        

 - ¿Tú en verdad has perdido las esperanzas? – Reishi se inclinó junto a ella y puso la mano en su espalda para brindarle algo de apoyo. Era triste verla quebrarse cuando debía de estar en la etapa más feliz de su vida, después de todo aquel niño era fruto de un amor fuerte y puro. Reishi se sentía impotente al ver a aquella mujer llena de vida y energía en ese estado tan miserable.

Guerra de EngañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora