Imma Klein : Inmaculada

219 6 2
                                    


Cuando tenía 11 años fui secuestraba por Fradique, un Misher de Alemania. A los 2  años de estar secuestraba, comprendí que éramos almas gemelas y que nuestras almas debían encontrarse y unirse para estar juntas. Pronto me convertí en su Mish, y ahora soy su sumisa.  Nací en una pequeña ciudad de Alemania llamada Witte en el estado federal Renania del Norte - Westfalia. Viernes 13, 2013. Ese día mis padres se habían descuidado y fui forzada a entrar a  un vehículo Audi. Logré notar que en otro coche venían  dos hombres más, dos alpinos bastante peculiares.

— ¡Mama! — chillaba.

— ¡Caya, niña tonta! — me sujeto de mis brazos y me sacudió. 

—  ¡¿Que me van hacer?! — Lágrimas salían de mis ojos celestes. 

— Este es tu destino, pequeña mía. 

Desperté y note que había un hombre alto y delgado mirando por la ventana y este señor me miró  y se acercó.

— No debes tener miedo, aquí estás segura, yo cuidaré de ti. 

— Quiero a mi mama ...

— Tu familia ya no existe. Fuiste planteada en el vientre de tu madre con el propósito de nacer para convertirte en mi sumisa. 

No sabía que hacer, que decir, solo sabía que no quería estar aquí. 

 — Los Mish somos una especie peculiar, cada misher necesita a su Mish o si no muere. En cada país existe una Mish para un Misher y tú eres Mía. Te tenía que buscar, me tarde pero hoy estás aquí, y tras lo años serás una gran Mish — Dijo besando mis mejillas. 

(...)

—  ¿Tienes hambre? — Le pregunte mientras ella chillaba.

— ¡No! Solo quiero a mi mama ...

— ¡¿No entiendes que ya no existen?! Están lejos de este mundo.

— ¿Que quieres decir ..?

Me costaba decirle lo que había hecho con la ayuda de Adam y Aarón. No podía decirle que habíamos asesinado a toda su familia, tan solo era una niña y estaba asustada. 

— Tus padres están en el cielo.

— No ... ¿porque?

Intentaba ser comprensivo pero no me dejaba de otra, el proceso se tomaría toda una eternidad con mi actitud hacia ella. 

— Pronto entenderás que nuestras almas estában destinadas a encontrarse.

Me sentía como un pedofilo, nunca pensé que haría mía a una pequeña niña inmaculada. 

(...)

Desde ese día comprendí que había nacido para un propósito, los primeros dos años como Mish, fueron duros pero porque me lo permití, quería ayudar a otras Mish a aceptar sus destino, para que sus vidas no sean tan complicadas como algún día fue la mía.

Mi último respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora