Se reflejó mi rostro por el sol, hacía frío, era invierno. Abrí los ojos, estaba tapado hasta el cuello, entre-abrí mis labios y suspiré formando vaho. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me encogí tratando de así conseguir calor. Me puse en posición fetal apuntando hacia el ventanal, que estaba empañado. Me gustaba ver la luz del sol a la mañana, el cielo se ponía muy blanco. Lamentablemente tenía que levantarme para ir al instituto, eran las seis y media, me llevaba más de una hora arreglarme, lo más difícil era el cabello, me gustaba mantenerlo voluminoso, era llamativo, y para pararlo como yo quería tenía que estar un largo tiempo frente a espejo. Para mí suerte, me acordé de traer mi laca. Me senté en la cama rodeado de las frazadas azules y gruesas. Me vi al espejo, frente a la cama, estaba hecho un bollito con tan sólo la cabeza sobresaliendo. Me reí bajito y me destapé para ponerme las pantuflas y no congelarme los pies. Caminé hasta el baño bostezando, tomé mi cepillo y lo llené de pasta para luego adentrarlo en mi boca y quitar todo el mal olor. Al terminar, escupí y enjuague el lavamanos al igual que mi boca. Junté agua en mis manos y la estrellé con mi rostro, refregándola hasta quitar todas las lagañas y saliva bajo mis mejillas. Estaba fría, y frío con frío no encaja. Temblé pero enseguida me apresuré a secarme.
Busqué mi teléfono, eran las siete, tenía el tiempo justo para arreglarme. De mi mochila saqué un esmalte negro alquitrán de marca con una lima, un cepillo acompañado de mi preciosa laca y me dirigí al baño.
(...)
Llegué a la sala, mi padre estaba tomando café. Al verme se paró y me besó la frente. Me senté delante suya y él me miró extrañado, tal vez le perturbó mi aspecto, es algo común en cada persona que conozco. Recuerdo a Tom, es raro, pero a él no. Me encogí intimidado y lo miré de reojo, me examinaba de arriba a abajo sin expresión, se centró en mis ojos, mi maquillaje, lo que me incomodó, pero no dijo nada.
- ¿Tienes hambre, Bill? — pronunció luego de minutos y desvió la mirada bebiendo un sorbo de café
- Si. Un café está bien.
- Claro. — Se levantó y dejó la taza a un lado.
Espero apoyando mi cabeza en la palma de mi mano. Cuando me doy cuenta de que estaba su teléfono en la mesa. Miro hacia la cocina, mi padre está armando la cafetera. Lo tomo rápidamente y retiro el bloqueo. Estaba mandando mensajes de texto. Empecé a subir y a leer uno que otro, buscando el contacto de mamá, o de quien sea que haya arreglado con mi padre para que me vaya a buscar a mi antigua casa. Oí los pasos de él volver y dejo el teléfono donde estaba. Finjo estar distraído para cuando volvió y deja el café en la mesa.
- ¿Quieres que te lleve al instituto?— Pregunta.
Asiento lentamente — ¿No llegarás tarde?
- No importa. Son las... ocho Bill.
- A ésta hora tienes que estar trabajando.
- Y tú en el colegio. — .Nos reímos juntos— Vale, vamos, te tomas el café en el camino.
Salimos y subo al auto de mi padre, adelante en el asiento copiloto. Por el retrovisor, llego a divisar a mi vecino saliendo y subiéndose a su automóvil. Arranca y nos pasa por casi media cuadra. Al parar en un semáforo me le quedo viendo del lado izquierdo. Él voltea al sentirse observado y me ve. Me sonríe de lado, Por alguna razón, también sonreí mostrando toda la pila de dientes, y luego bebo un sorbo de café. Mi vecino se ríe, entonces siento que tocan mi hombro y me giro, dejando visible a mi padre. Vuelvo la vista hacia el auto de Tom luego de responderle la pregunta a mi papá, pero su auto no está. Miro hacia el frente y lo veo cruzar la cuadra. Me encojo indiferenciado a lo hecho y sigo tomando mi café.

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Breathe Me - Twincest
FanfictionBill es un adolescente de 16 años, no obstante acomplejado aunque con buenas notas. Se mudó a Stuttgart desde EE.UU con su padre, un hombre ocupado de clase alta, tras la muerte de su madre. Ésa mudanza no sólo cambiará su vida, si no también sus re...