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Tom

Solté a Bill horrorizado. Me alejé unos pasos largos, él me miró sonrojado sus ojos se cristalizaron, tapó su rostro con las dos manos y salió corriendo con la cremallera del pantalón baja.

Me tiré en la cama, oí a Andy entrar a casa y unas voces, de seguro se cruzó con él. Los pasos rápidos de mi mejor amigo se oyeron hasta que entró a mi habitación. Yo estaba abrumado, no tenía ni la mínima gana de hablarle.

— ¿Tom? ¿Que pasó? — Se acercó hasta mi sentándose a mi lado — Ey, acabo de ver a Bill salir corriendo ¡Llorando! ¿Qué ocurre? ¿Qué le hiciste?

¿Bill llorando? No podía imaginarlo, era un chico sarcástico. Ahora más importante, ¿Le podré contar a Andreas sin que se le suban los humos?

— Andy, si alguien te dice que... que te quiere... ¡Es un ejemplo! Yo... por un amigo, pregunto... — Aclaré rápidamente — ¿Cómo lo rechazas sin herir sus sentimientos?

Andy me miró con los ojos como platos. Abrió la boca para hablar, pero no emitió sonido alguno. Después de varios segundos dijo

— Yo creo que... que primero pensaría bien qué es lo que realmente quiero.  —Asentí lento, nos miramos sin cerrar los ojos, muy atentos al otro — ¡Bien! Iré a preparar la cena. — Se puso de pie de un salto y salió de la habitación

Lo que realmente quiero... bueno, no quiero que me quieran si lo que quieren es quererme

Yo tenía antojos de follarme a Bill a todas horas en cualquier momento, pero no nos acercabamos mucho, apenas si en la escuela cuando intercambiamos miradas en el salón o la cafetería, no era nadie como para ir a besarlo frente a todos. Si Bill me quiere entonces puedo salir con él, y de esa manera nada me impedirá tocarlo en público.

¡Oh, soy un puto genio!

Me levanté de la cama y fui a la casa de Bill, allí estaría él para darme los placeres de la vida, como siempre lo fue.

Andreas

Cogí con dificultad las bolsas del mercado, aún faltaba medio camino cuando se rompe y las manzanas salen rodando por la cera. Intento cogerlas todas de una forma difícil, una mujer rubia se inclinó y atrapó las que faltaban. Levanté la mirada, Natalie. Joder, de todas las tías que hay justo ella.

— Hola Andy

— Hola. — Respondí secamente

— ¿Qué haces por aquí?

— Comprar ¿Y tu?

— Yo iba de camino a entregarle un aviso a Tom de parte de Albrëcht

La miré preocupado — ¿Albrëcht?

Albrëcht... era a quien Tom le compraba la droga. Estaba más que seguro que venía por el dinero. Si yo no hubiera perdido el trabajo, tendríamos para pagar este mes. Me aterraba lo que podía pasarnos. 

— ¡Ah...! Vale, es igual te lo diré a ti. Dile a Tom que tiene 24 horas para pagar, lo de la jugueteria cuenta.— Natalie dio una de esas sonrisas engañosas que la caracterizaban y se fue.

¿Jugueteria? ¡¿24 horas?! Que mierda...  ¿Y ahora qué?

Llegué a casa agotado, cuando iba a abrir la puerta, Bill salió semi desnudo apresurado. Al verme se quedó petrificado.

— ¿Sucede algo?

El pelinegro saltó a mi brazos llorando en mi pecho. Lo acaricié suavemente para calmarlo.

— L-la he liado ¡He cagado todo! Soy un gilipollas... — Sonreí para darle ánimos

— Vale, no te preguntaré qué ha pasado entre Tom y tú, no es de mi imcumbencia. — Lo tomé por la barbilla y levanté su rostro, las gotitas saladas que caían de sus ojos las sequé con mi pulgar — No llores, te ves lindo cuando ríes.

Breathe Me - TwincestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora