Demonios dormidos.

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El sonido de aquellos pequeños pero rápidos pasos se escuchaba por toda la entrada del castillo. Los lustrados zapatitos negros quedaban a la perfección con aquellos cortos pantalones que llevaba el pequeño niño, haciendo juego con esa camisa blanca que tenía un bonito listón negro amarrado a su cuello y que era adornado por una piedra color rojo. La chaqueta negra que tenía encima le daba un aire mucho más formal a la tenida de día domingo.

Ahogó un grito cuando aquel último escalón le jugó una mala pasada, aunque fue lo suficientemente rápido para envolver sus delgados brazos en uno de los largos soportes de madera que tenía el pasamanos de la escalera. El pequeño de negros cabellos suspiró con pesadez, haciendo que los cabellos de su frente se alzaran y se desordenaran de forma inmediata.

Retomar su camino no le costó demasiado.

El sol entraba cálidamente por los grandes ventanales. Por la forma en que se movían los árboles al otro lado de las paredes, no era difícil reconocer que estaba siendo una primavera agradable, todo lleno de flores y de un dulce verde. El pequeño dio unos golpes con la punta de su pie derecho cuando llegó al primer piso del castillo, acomodándose el zapato. Sus suaves y redondas mejillas estaban ligeramente sonrojadas.

Dio un respingo cuando escuchó unos pasos, encogiéndose de hombros como si de aquel modo se pudiera esconder.

Su madre le había dicho que nada de usar el poder dentro del castillo, así que debía ser obediente. Mamá siempre se percataba de todo.

El delicado "TapTap" de aquellos tacones cada vez se escuchaba mejor, por lo que el niño se escondió tras el enorme florero de marfil que había a un costado de la escalera. Pero su negra y lacia cabellera era reconocible en todos lados. 

Una regordeta señora apareció por el pasillo que daba a la cocina, trayendo consigo una gran bandeja de plata con... ¿Aquellas eran galletas?

El olfatear el aire lo dejó al descubierto. La señora detuvo su andar y le miró con una maternal sonrisa en su rostro.


—¡Oh! Señorito Kai. ¿Hacia dónde se dirige tan temprano en la mañana?


El pequeño JongIn salió de su escondite, poniéndose de pie frente a la señora MinAh. Mamá siempre le decía que había que hablar de frente. Tenía las manos unidas por delante de él, jugueteando tímidamente mientras se mecía de adelante hacia atrás con cierto nerviosismo. Había sido capturado.

Se mordió el labio inferior cuando alzó la mirada hacia la mujer ya un tanto mayor.


—Es un secreto, pero mamá quiere juntarse conmigo en el bosque a jugar... Pero no le puedo decir a mis hermanos. Es un juego de los dos. No les diga, por favor, señora MinAh. No quiero que mamá se enoje conmigo por ser un mal niño...


A pesar de que habló en un susurro agudo, la señora frente a él sonrió. Ese brillo dulce y maternal que tenía en sus ojos era claramente acogedor, por lo que JongIn frunció sus cejas y le miró con cierto grado de emoción a medida de que la mujer se iba agachando frente a él, quedando por fin a su altura.

Las galletas sobre la bandeja de plata olían realmente de maravilla.

Los pequeños ojos del príncipe JongIn se desviaron hasta las galletas por un par de segundos, volviendo después a los bonitos ojos de la señora MinAh.


—¿De verdad? Entonces no diré nada, Señorito Kai. Pero le recomiendo que se lleve unas cuantas galletas para el camino, necesitará energía para jugar con la reina. ¿No es cierto?

Demons (2° y 3° temporada)  [ChanKai/KaiYeol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora