Demons (2° y 3° temporada) [ChanKai/KaiYeol]

Nieve primaveral.

Hacía frío. Mucho frío.

El cielo era de un intenso color celeste y por la manera en que los rayos del sol brillaban, le daban a entender de que estaba recién amaneciendo.

¿Dónde estaba?

ChanYeol frunció el ceño. ¿Qué era todo ésto?

¿Y JongIn?

Sus ojos ardieron cuando apartó la mirada del despejado cielo, y todo porque la nieve brillaba con tanta intensidad que era imposible no quedar cegado por al menos unos segundos.

Comenzó a ser consciente de lo que sentía su cuerpo.

Una brisa suave le envolvía y se enredaba en cada una de sus extremidades al ser siempre constante. El hielo era partícipe de aquel delicado viento, entumeciendo sus manos que ya tenían los nudillos rojos a causa del frío. Apenas y los sentía. Su cabello ondeaba con suavidad, casi como si se trataran de débiles llamas luchando por sobrevivir en medio de la nieve.

Estaba en una colina. En una gran colina.

El bosque de pinos frente a él también estaba cubierto de nieve. Parecía la típica imagen invernal que se pintaba en todos lados.

¿Por qué estaba todo tan tranquilo?

El viento sopló un poco más fuerte que antes. Su negra chaqueta ondeó y su cuerpo se entumeció aún más cuando su camisa no fue capaz de protegerlo. Pero eso no importaba ahora.

Su corazón latió con fuerza, retumbando en sus oídos.

Los primeros rayos del sol golpearon su rostro. Fue capaz de dar el primer paso antes de comenzar a correr.

Sus botas se hundían en la nieve con cada paso que daba, pero no le costaba demasiado el correr en ese lugar, y es que por muy extraño que sonara, cada paso que daba derretía cierta porción de nieve a su alrededor.

Estaba ardiendo.

Y su corazón parecía latir en sus oídos al mismo tiempo que su respiración se congelaba a causa del frío que le rodeaba. El vaho siendo denso frente a su rostro, sobretodo cuando comenzó a ganar velocidad, adentrándose en el denso bosque que estaba cubierto de blanco. 

Corrió. Maldición. Corrió lo más rápido que pudo.

Sentía que algo le estaba llamando.

Sabía que algo lo estaba llamando desde el corazón de aquel bosque.

Pero el pasar por entre los árboles era cada vez más difícil. Tenía que dar pasos largos y pasar sobre troncos de árboles caídos. Sabía que se había dado uno que otro rasguño.

Su corazón se agitaba contra sus costillas. 

Sentía como la sangre hervía dentro de su cuerpo y cómo sus pulmones parecían estar hechos de hielo. Tomó una gran bocanada de aire cuando llegó, por fin, al corazón de aquel lugar.

Aquella porción de terreno sin ningún árbol,  uno que otro arbusto que ahora estaban cubiertos de nieve. Le recordó mucho al terreno en el castillo de los Kim.

El bosque que él se había encargado de quemar cuando todos esos demonios habían llegado a atacarlos.

Una acidez molesta se instaló en la boca de su estómago.

Su mirada fue a detenerse rápidamente en aquellos grandes arbustos que habían un par de pasos hacia su derecha. Entre la nieve logró divisar unas bonitas flores de un intenso color azul.