Capitulo 1: Parte 8: Las Minas

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Al llegar el atardecer, todos los habitantes del pueblo de Girald comenzaron con su rutina. Llamar los niños a las casas, asegurar las ventanas y las puertas para así poder dormir a salvo. 

En la casa de los Hofer no era diferente, los padres de los jóvenes ya tenían todo preparado, ventanas completamente selladas por dentro, puertas aseguradas con sillas y barriles. Ya el sol se había marchado, las estrellas ya tomaban lugar en el oscuro y tenebroso cielo. Los Hofer ya estaban listos para ir a la cama, cuando escucharon el sonido de un auto encendido. ¿Un auto encendido a estas horas en la calle?, ¿Quien puede estar tan mal de la cabeza para estar afuera de su casa en la noche?.

 Inmediatamente todos los Hofer corrieron hacía la sala de estar, todos en silencio escuchando el motor del automóvil encendido en la calle. Todos querían saber que sucedía ahí afuera, querían saber de quien se trataba y si la persona iba a sobrevivir ahí afuera. Inmediatamente los jóvenes Hofer corrieron hacía la ventana para tratar de observar lo que sucedía, cuando su padre alzó un gran grito y les dijo: 

"Nadie se atreva a mirar por las ventanas, ni tan siquiera a acercase a ellas ni a la puerta de entrada, la persona que esta ahí afuera sabe el riesgo que esta tomando" dijo Carl el padre de los jóvenes mientras miraba fijamente a los niños.

¿Que iban a hacer?, había alguien afuera, querían saber de quien se trataba. Todos se miraban entre sí en silencio, cuando de repente el sonido del auto se apagó. El silencio de cada noche volvió a inundar las calles de Girald, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Hasta que estos escucharon como la puerta del vehículo se abría. 


Mientras tanto, en la finca del granjero Trevord, este había convencido a su hijo de no decirle a las autoridades sobre el cuerpo, mientras este pensaba en como salvar su reputación. Éste le pidió unos días a su hijo Kerim para poder así tramar una excusa viable que no manchase tanto su reputación como el mejor granjero de Girald. Trevord ya en su habitación, pensaba y pensaba: 

"¿Y si muevo el cuerpo fuera de mi propiedad y digo que solo lo encontramos?, ¿y si lo tiro al río y llamo a la policía y digo que solo lo vi flotando?" pensaba Trevord; 

Muchas ideas le venían a su mente, pero ninguna resultaba ser buena. ¿Que podría hacer Trevord ahora?;

"Quizás si le digo a mi hijo que vaya por algo al centro del pueblo, algo muy complicado y difícil de encontrar, y en ese tiempo me deshago del cuerpo y lo llevo a las montañas, allí nadie lo encontrará", pensó Trevord en su desesperación; 

 Trevord se encontraba desesperado, quería llevar al lado más lejano de la ciudad un cuerpo en descomposición, quería alterar una escena del crimen y más aún, quería ir por si solo a las montañas de Girald. Montañas las cuales nadie tenia el valor de ir, montañas a las cuales nadie había ido desde hace muchos años, especialmente solos. Las montañas estaban llenas de caminos viejos y maltratados, utilizados por los mineros que hace muchísimos años, los cuales solían excavar en cuevas cercanas. 

Pero, desde que la cueva se derrumbo hace unos 60 años y 7 mineros quedaron atrapados, nadie había vuelto a subir a las montañas. Ademas, nunca se habían podido rescatar a los mineros que quedaron atrapados. Nadie sabía acerca del paradero de estos mineros, nadie estaba seguros de qué había pasado con ellos, ¿habrán muerto en las minas?, ¿alguien los habrá rescatado?, ¿habrán encontrado una salida?, nadie sabe, pero de lo que si están seguros es de que las montañas son un terreno muy peligroso. Una tierra llena de tragedias y misterios. 

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