Todo esta bien si te beso

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Hemos estado juntas muchas noches desde que nos conocimos.
Y aún así cada vez es única he irrepetible.
Mi querida Sarah es hermosa, claro, después de todo vive de su hermosura.
Y aún así es más que hermosa, es dulce, es amable, es capaz de hacer reír al más amargado que puedas imaginar.
Y sus besos saben a fresa, dulce fresa. Pero la verdad es que lo que primero llamo mi atención fue su trasero, dulce trasero.
Redondo, tal vez un poco demasiado grande para una modelo promedio, y aún así, verla caminar era algo milagroso.
Si, ella sería una modelo mucho más exitosa, si se tomara un poco más en serio su carrera.
Pero es que a ella no le importa la fama, no, ella solo quiere ser feliz, quiere vivir, ser independiente, y jamás pedirle perdón a nadie.
Y aquí estoy, besando sus lindos y carnosos labios rosas.
Hay algo dulce y suave en besar los labios de una chica, en comparación con los de un chico.
Con los chicos es algo como una batalla. O almenos lo era con mis chicos. Con ella no, con esta linda chica los besos son más como un genuino gesto de cariño, de ardor y de deseo,
Dios, que deliciosos besos, que deliciosa mandíbula tiene, y yo la llene de besos.
Pequeños y húmedos besos, baje a su cuello, mientras mis manos acariciaban  ese trasero que tanto adoraba.
A Sarah siempre le gusto ser tocada, y hoy estamos entregándonos al 100 %.
Después de todo era nuestra despedida, así que intentamos memorizar cada parte del cuero de la otra.
Poco a poco baje a sus pechos, y los besé todos, pase mi lengua, y termine mordisqueando sus pezones, lo justo para sentir como toda se estremeció.
Su sabor es delicioso.
He de admitir que una parte de lo mucho que me gusta de tener sexo con Sarah viene de lo prohibido.
De aquello  que siempre me enseñaron que no es correcto.
¿Como una chica puede encontrar placer en otra chica ?
¿ que no, nuestros cuerpos están hechos para embonar en un cuerpo masculino?
Pues bien. Mi dulce Sarah me enseñó que el placer está en quien te desea y a quien deseas.
Y valla si deseaba a esta chica.
Cuando me sentí a gusto con mi festín de los pechos seguí mi camino a su ombligo.
Y Sarah no dejaba de gemir, es una chica ruidosa, pero como adoro que diga mi nombre suplicándome más.
Y antes de que mi mente me sabotee, recordándome que esta será la ultima vez. Corro hacia bajo y me sumerjo en su humedad.
Si algo me gusta casi tanto como el trasero de Sarah son sus piernas. Así que me di el lujo de acariciar las, desde el talón hasta la entre pierna. Y mi chica se retorció de placer.
Y yo aproveché para darle vuelta con gentileza y observar tan de cerca cómo es posible ese par de montañas que tan loca me ponían.
Por un momento subí nuevamente hasta su cuello y repartí besos húmedos en su espalda, usando su columna vertebral como un sendero, baje hasta mi paraíso.
Lo masaje y lo bese, incluso lo lamí, ¿ por que no? Si esta era nuestra última vez me daría el gusto de hacer lo que siempre quise hacerle.
Sarah se retorcía de placer y de un poco de cosquillas, y sus ruidos eran embriagadores.
Si, a mi chica le gustaba esto.
Y sin más preámbulos, la acomode para el platillo fuerte.
Así que mi entrada en su intimidad fue húmeda desde el inicio.
Hay cosas que solo una chica sabe de otra chica.
Y es que aveces el placer es más extenso y demoledor si te tomas el tiempo de alargar el orgasmo , los hombres solo buscan la penetracion, y bueno, aveces a las mujeres también nos llena esa necesidad de ser llenadas.
Pero entre chicas solo hay caricias y solo hay estímulos justos, ahí donde nosotras tan bien sabemos.
La lamí con ganas, la lamí con ansias y la lamí con hambre.
Mientras la sujetaba de su precioso trasero.
Hasta que vi sus músculos tensarse tanto que parecían romperse. Y finalmente, la vi explotar en miles de pedazos entre mi dedos.
Mi chica, estaba sudada y cansada. Llena de endorfinas de un delicioso orgasmo. Y yo feliz y orgullosa. Me prepare, por que era mi turno de ser devorada.

Esa fue nuestra última noche juntas.
Y valla si lo aprovechamos.
A la mañana siguiente, ya no hubo besos, ni lágrimas, solo una sonrisa triste.
Y un poco de miedo.
Realmente me daba miedo perder a mi tierna Sarah, tal vez no tanto como amante, si no como amiga. Y solo pude pedirle al destino, que no la apartaran de mi. Ella me daba algo de esperanza. Tal vez si alguien tan bella como ella, podría existir tan cerca de mi, tal vez no estoy tam jodida.

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