Capítulo 6 - Polla dura no cree en Dios

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Ya habían caminado 2 horas y seguían aun sin cruzar palabra, a las 7 de la noche el sol aun brillaba aunque cerca del horizonte amenazando con esconderse y dejar los en la oscuridad de la noche.

Diego aun intentaba separar en sus recuerdos lo que era real y lo que debía ser un sueño y de repente se preocupó pues parecía que el anterior retraso los haría viajar aun por la noche, lo cual le preocupo ya que no eran caminos muy seguros los que tenían delante.

Miró al peregrino que caminaba con determinación y pensó en preguntar pero al final no te atrevió a abrir la boca.

Llegaron a tierras riojanas y por fin el peregrino hablo a Diego.

Peregrino.
¿Dónde estamos? —Observaba a su alrededor como si buscara algo extraño.

Diego.
Tierras Riojanas —levantó la mirada del suelo y asintió. —Famosas por sus exquisitos vinos, por sus bellas montañas y por estar repleta de vividores —se burló. —No me sorprendería encontrar a otro loco que quisiera cantarnos, o contarnos un relato popular o robarnos tu cofre.

El peregrino se había ido de su lado antes de que Diego terminara de hablar y se hacía camino hacia un hombre que hablaba a la multitud sin conseguir llamar la atención de muchos.

Peregrino.
¿Tu? —Se dirige sorprendido al hombre. — ¿Qué haces aquí? ¿Planeas detenerme?

Vividor.
Lo que buscas, no lo podrás obtener. —hablaba bajo para que no lo escuchara Diego que apenas y se abría camino para llegar a ellos. —La tumba está dedicada para ser protegida no llegaras allí.

Peregrino.
¿Dónde está la tuya?

Diego llega a la conversación.
Y este... ¿Quién es?

Peregrino.
... —aprieta los dientes con rabia y calla pues sabe que el vividor no dirá nada mientras este Diego allí.

Vividor.
Vengan, Vengan. —levanta la voz otra vez y toma su antigua posición. —Acérquense a este viejo trovador. Por dos monedas o una hogaza de pan cuento mi vida a quien la quiera escuchar.

Diego.
Es enserio. ¿Cómo es que disfrutas tanto el relato popular? —le reprocha al peregrino.

Peregrino.
... —Miraba fijamente al vividor y apretaba los dietes.

Diego.
Está bien, toma. —Saca dos monedas de oro para que el peregrino pueda escuchar y quizá cambie de humor. — ¿Porque ustedes no pueden contar sus historias gratuitamente?

Vividor.
En estos años aprendí a las duras que sólo con sueños no pagas facturas. —mira al peregrino y dice con riña en la voz —Y sólo los necios sueñan con lo que nunca, nunca tendrán.

El peregrino lo mira con Ira pero el vividor desvía la atención siguiendo con su relato. Para este momento el sol los había abandonado y empezaban a brillas pequeñas luces a lo lejos procedentes del pueblo.

Vividor.
Mi historia comienza en mi país, vengo de un país bañado por el mar iba pa' señorito, y la verdad es que cansado de violar y oprimir —se encoge de hombros —entonces oí una voz que decía:

"A conocer un mundo tienes que ir, a donde te lleven los pies y por destino el horizonte tendrás. "

Diego.
Tú sí que no hablas claro. —Sus palabras no le atraían en nada comparadas con las canciones de Sancho.

Peregrino.
Tiene razón. —le desafía — ¿Por qué no hablas claro?

Vividor.
Soy un alma libre, no sirvo a nadie y nadie me sirve a mí —miró al peregrino y levanto las manos. —Lo digo enserio ya no lucho por Dios, sin credos, sin naciones, sólo amor

Finisterra -Mago de OzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora