Finisterra -Mago de Oz

Capítulo 19. Finisterra.

El peregrino estaba de rodillas junto al cuerpo de Diego, definitivamente su espíritu había abandonado su cuerpo, pero su memoria contenía aún toda la historia por contar. Astaroth pellizcó en la sien del cadáver y tiró de un carmesí hilo, en el cual se hallaban todos los recuerdos de aquel viaje juntos. En un principio este era el único propósito para Diego, que sus ojos sirvieran de cámara y sus recuerdos de memorias y el demonio las grabaría en aquel CD-ROM que guardaba en el cofre. Hiló los recuerdos y lloró.

Muerte.
¿Ya has terminado? –llevaba a María a rastras.

Astaroth se secó las lágrimas y se puso de pie, era necesario para él ese pequeño momento de tristeza, en honor de su amigo.

María.
Patético.

Astaroth.
A partir de ahora usaremos tus ojos María. –les habló sin mirarlos, su vista estaba fija en la catedral. –después te los arrancaremos, la muerte se carcajea.

El demonio mira a todo su ejército formado a las puertas de la catedral y finalmente sonríe.

Entonces comenzó a escucharse el canto en todo Santiago, Oh finis, Oh Terra.

OH FINIS, OH TERRA.

Un ángel en el reino de los cielos rinde un informe delante de Dios.

Seg-el.
Ayer, muchas cosas comenzaron a cambiar, muchas de las buenas intenciones de las almas comenzaron a desvanecerse como la nieve en la mar.

Dios.
Hace días que las cosas ya no parecían igual.

Seg-el.
Mi Señor, la gente se olvidó de reír y al sol le cuesta tanto salir.

Dios.
Háblame de hoy.

Seg-el.
Hoy el bufón no paró de llorar, el mudo al fin ha aprendido a cantar. –Dios se movió incómodo en su trono. –Las doce a las campanas despertó.

Dios.
¿Tienen acaso alguno de ustedes esperanza? –preguntó Dios a sus ángeles presentes que se veían cabizbajos.

Migu-el.
La esperanza, por cambio de negocio, cerró. –Dios se frota la cara con ambas manos.

Dios.
Continua. –Le extiende la mano a Seg-el.

Seg-el.
Grita el silencio al sordo y este lo escucha.

Dios.
Todo... –Se sobresalta y con los ojos abiertos como platos mira hacia todas partes –...está mal, nada está bien.

Seg-el y todos los demás ángeles se inquietan, pero ninguno dice nada y entonces continua al ángel.

Seg-el.
Corre la estatua a evitar que salpique el olvido, que moje el agua del mar...

Un ángel entró de golpe a la sala y con la sorpresa y el miedo en la cara se quedó sin habla unos instantes.

Seg-el.
¿Qué ocurrió? –Agitándose de repente -¡Habla!

Rafa-el.
Mi Señor –ignoró a Seg-el –Él está viniendo y...

Dios.
Si, ya lo sé.

Seg-él se movió muy rápido.
Lo combatiremos.

Rafa-el.
Lo intentamos, pero no... –titubeo.

Dios.
Dejadle pasar. –todos se escandalizaron.

Seg-el.
Pero, Señor...

Dios.
Retírense ahora. –Seg-el apretó los dientes y junto con los otros ángeles salió de la habitación.

Dios se levantó de su trono y le dio la espalda a la puerta, la escucho abrirse y luego cerrarse y sintió esa potente presencia.

Dios.
Por fin te has decidido a venir. He oído tanto hablar de ti. –Se volteó y miró los ojos del demonio y en ellos encontró una calma y una paz falsa. –Fuiste desterrado de los cielos por mi Padre, por revelar al mundo secretos de los cielos y enseñarles a los hombres tecnologías muy avanzadas, desafiaste al reino y pagaste las consecuencias, no eres más que la imagen del fracaso.