Las tres no fueron a clase. Constanza se quedó satisfecha ante su soledad, su superioridad. Entre todos esos niños atrasados a ella, inclusive las que se creían más que Constanza, ella había demostrado ser incluso más astuta. El profesor de lenguaje hablaba y hablaba sin parar, mientras que ella en sus pensamientos y entre la bulla de los alumnos, guardaba consigo la vil satisfacción de haber cumplido con su venganza. Constanza, y sólo Constanza podía saber a perfección porqué las tres engreídas niñas de la clase habían faltado a su clase, y no era por un dolor de cabeza.
En el autobús escolar iba ella muy callada, sentada en el asiento del final del acostumbrado concurrido bus, mirando por la ventana con una sonrisa ligeramente marcada en sus labios rosados y suaves. Asunción la miraba de reojo, no entendía la razón de su alegría, la cual obviamente debía estar relacionada al secreto que ella guardaba, y no estaba equivocada. Constanza imaginaba la cantidad de posibles escenarios que pudieron haber ocurrido para la tortura de las niñas. Tenía una idea bastante clara de lo que pudo haber ocurrido exactamente, ya que ella misma había elegido el castigo para las perras.
— Constanza, ¿puedo preguntarte algo?
De repente, despertó de su sueño despierto y se dió cuenta de los raspones que su hermana tenía en las rodillas, de la suciedad de sus manos y de su cabello despeinado.
— ¿Quién te hizo esto?—dijo señalando a los raspones de su hermana.
— Me caí.
— ¿Jugando con esos pestilentes? Te dije que te alejaras de ellos.
— Pero ¿por qué?
— Es obvio que ellos no son de nuestra clase, no tienen derecho de estar contigo. Te van a pegar sus malos hábitos, sus mañas y sobretodo...—Constanza le tomó la muñeca a su hermana con fuerza y la alzó a la altura de sus ojos.— Su suciedad.
Asunción desvió la mirada. No quería pelear con ella por eso, prefería mantenerse callada sin discutir el asunto, así que optó por cambiar el tema de nuevo hacia el misterio que quería resolver.
— ¿En qué piensas?
— Ahora mismo... En que no eres tan inteligente como pensé que eras.
—¿Estás molesta?
— Por supuesto que lo estoy.
— Me gustaría saber sobre ti. Hace mucho que no hablamos.
Costanza se quedó callada. Entonces encontró la excusa perfecta para callar a su hermana. Sacó de lo oscuro de su almacén de sentimientos de seducción, unas lágrimas falsas que corrieron por sus mejillas como si le dibujaran su cara perfectamente.
— Está bien, te diré.
Asunción se asombró al ver a su hermana llorar, y le tomó la mano, ¿sería su secreto así de devastador para ella?
— Es la verdadera razón por la que estoy enojada y no quiero que nadie me hable en estos momentos y quizás en estos días.
—¿Qué es? Dime.
Constanza apretó la mugrienta mano de su hermana y la miró a los ojos con una fuerza inexplicable.
— Mis tres amigas han sido violadas.
Y no se equivocaba.
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GRANADA | LA FRATERNIDAD | #PGP2018
Teen FictionConstanza tiene una familia muy pobre, estudia en una escuela muy pobre y vive en la zona más pobre del estado. Ella odia todo lo que tenga que ver con pobreza, ya que desea tener una vida llena de lujos en la ciudad y ella haría lo que sea por obte...