Capítulo Veintisiete: Cabello

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— Vamos despiértate.  Tienes mucho que hacer hoy.— dijo Aldo apresurado y sin ningún rastro de empatía desde el marco de la puerta de la nueva habitación de Constanza.

La niña se estremeció y gruñó poniéndose una almohada en la cara. Aldo se retiró dejando la puerta abierta. Constanza, enredada en las sábanas se despertaba lentamente, como si estuviese naciendo de nuevo en un mundo que desconocía. Al principio gracias a los efectos sedantes del sueño, sintió extrañeza al ver su cuerpo desnudo enredado en esas suaves sábanas blancas. Entonces recordó todo lo que había ocurrido la noche anterior y despertó por completo. Se levantó exaltada de su cama, tapándose con las sábanas miró alrededor en busca de su ropa, la cual estaba esparcida por toda la habitación. "¿Qué cosas tendré que hacer hoy?" Se preguntó al recordar las palabras dichas por Aldo. Caminó hacia la cocina, donde lo vio poner un plato con pan tostado con jamón y queso, y un vaso con jugo de naranja.

— Wow, qué servicial te has puesto.— dijo ella con ironía.

Aldo se encogió de hombros y ordenó:

— Ve a lavarte.

Constanza obedeció y se dirigió al baño. Aldo puso su comida en la mesa y llamó a Pedro por teléfono.

— ¿Qué pasa Aldo?

— Buenos días ¿Ya protegemos a la peluquería aquella del sur?

— Sí, mañana te entregaré el informe de todos los lugares que protegemos. Se hizo todo rápido, como dijiste.

— Bien, llevaré a la niña para allá. Quiero que hoy protejamos por lo menos tres locales más. ¿Quedó claro?

— Sí. No he parado de trabajar.

— Así me gusta.

Y colgó. Después de unos minutos Constanza salió del baño y se dirigió a su habitación, se vistió con una pijama y fue a la mesa.

— No te gusta que la gente sepa tu nombre ¿verdad?

— Aldo.

— ¿Por qué lo ocultabas?

— Era necesario que no lo supieras.

— ¿Por qué?

— Porque sí. Ahora come, tienes que irte dentro de diez minutos a la peluquería.

Constanza sonrió.

— ¿Lo pagarás todo?

— Necesito que te veas como una mujer.

— ¿Para gustarte más?

— ¿Tienes catorce años?

Aldo hizo una mueca y se inclinó en su asiento cruzándose de brazos. 

— ¿Así que vas a querer tu fiesta de quince años?

Constanza asintió con la cabeza.

— De acuerdo. ¿Cuándo cumples años?

— Dentro de dos semanas.

Aldo asintió con la cabeza.

— Voy a tener que trabajar si quiero tener esa fiesta, ¿correcto?

— Por supuesto. Conmigo te tienes que ganar las cosas, nada es gratis. Esta vez lo único que tendrás que hacer de ahora en adelante es seguir mis órdenes al pie de la letra. Si no lo haces, olvida todo.

***

Constanza estaba en un taxi, camino hacia el sur de la ciudad para pasar una tarde en la peluquería. De pronto este trastornado espectáculo parecía una escena de Pretty Woman, sólo que sin lo mujer. Constanza veía desde la ventana del auto los maniquíes, veía las tiendas, las boutiques, los centros de belleza, todo, tenía la ciudad en sus podridas manos.

GRANADA | LA FRATERNIDAD | #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora