Capíulo 19

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Skyler

Me estoy vistiendo para ir a casa del abuelo de Ángel. Estoy emocionada y nerviosa a la vez. Por primera vez voy a correr caballo.

Cuando termino Ángel está parado en frente de mi puerta. Parece que el abuelo ya está aquí. Nos montamos en el carro y nos vamos. No fue un camino largo. Llegamos y nos bajamos. Ángel me hiso señas para que lo siguiera. Llegamos a un establo donde había muchos caballos. Eran hermosos. Uno me llamo la atención. Era negro con pelo muy largo. Era hermoso. Me enamoré de él desde que lo vi.

- ¿Cuál Quieres montar? – me pregunta Ángel

- Ese. – señalo al caballo negro

- Bueno, voy a buscar la silla de montar.

- Ok

Ángel regresa con la silla. Nunca había visto una en persona, siempre las veía en las películas. Todavía no puedo creer que esto esté pasando. Ángel le pone la silla al caballo. Me ayuda a montarme en el caballo. El también saca un caballo para enseñarme. No entiendo muy bien lo que tengo que hacer. Empiezo a correr. Siento como el viento azota mi cara. Es una sensación inexplicable. Me empiezo a resbalar hasta que caí al piso. Perdí el conocimiento unos pocos segundos. Mi vista estaba borrosa, pero logro ver que Ángel viene hacia mí.

- ¿Estás bien? – se arrodilla a mi altura

- Si solo fue una caída estúpida. – río en mis adentros

- Nunca debí dejarte que corrieras sola. – me abraza

- Tranquilo yo estoy bien, solo un poco mareada. – intento calmarlo

- Ven vamos a revisarte.

- Está bien

Intento pararme, pero pierdo el equilibrio, gracias a dios que Ángel me estaba agarrando. Me revisaron, pero solo tenía un moretón en la cabeza que logre tapar con el pelo. También tenía unos pequeños raspones en la rodilla. Ángel me trataba con delicadeza. En su mirada veía que todavía estaba preocupado.

- Estoy bien tranquilo.

- ¿Estás segura? – sus ojos se cristalizan

- Si no ves, estoy bien. – le sonrió

- Bueno espero que sea verdad

- Pero ¿Tu no me dijiste que a ti no se te podía engañar? – Arqueo una ceja

- Si es verdad. – ríe

Ángel me dice que no fuera a correr sin que el supiera, pero yo sabía que él no me dejaría correr, aunque me estuviera velando. Me sentía como una nena Chiquita. Ángel, el abuelo y yo estábamos viendo una película. Ángel estaba muy entretenido viendo la película así que me escabullí hacia el establo. Me monté como pude en el caballo y empecé a correr por suerte Ángel no le había quitado la silla al caballo. Me volví a caer, pero me levanté y lo volvía a intentar. Me caía una y otra vez, hasta que no me caí más y corrí. No lo podía creer estaba corriendo caballo. Ya me dolían las rodillas de tanto caer, pero no me importo. Estuve corriendo sin caerme como una media hora. Ángel parece que se dio cuenta que no estaba porque salió casi corriendo de la casa.

- Skyler ¿Qué haces? – se cruza de brazos

- Corriendo, ¿No vez? – digo con sarcasmo mientras rio

- No lo sabía. – dice con sarcasmo. Está enojado. – Me refiero a que por que estas corriendo porque creo que yo te dije que no.

- Tú no eres mayor que yo para decirme que hacer. – paro el caballo al lado de el

- Eso veremos. ¿Cuántos años tienes? Yo quince. – arquea una ceja

- Yo también. – formo media sonrisa

- ¿En qué mes naciste? –

- En mayo. ¿Y tú? – me cruzo de brazos

- Yo también. – ríe. – Falta que hubiésemos nacido el mismo día. - rueda los ojos

- Bueno yo nasa el nueve

- ¿¡Que!? ¡No puede ser! – casi grita

- ¿Nazco antes que tú?

- ¡Si por solo un día! – esta vez creo que gritó

- río a carcajada. – Ahora ¿Quien es la mayor ahora?

- ¡Por un día! ¡Por un solo día!

- Para hacerte sentir mejor tú vas a ser el mayor de ahora en adelante, – río a carcajada. – pero con una condición.

- ¿Cuál? – rueda los ojos. Está enojado y bastante.

- Que corras caballo conmigo. – río

Él rueda los ojos otra vez y ríe también. Se fue y busco otro caballo. Era bien lindo, era blanco con ojos celestes. Tiene el mismo color de ojos que yo. Ángel y yo corrimos caballos juntos. Ángel me hiso señas para que lo siguiera. Fuimos por toda la llanura. Volvimos a la casa porque Dany ya venía a buscarnos. Nos bajamos de los caballos, Ángel les quito el asiento y nos fuimos. Sentí un fuerte dolor en las rodillas, cuando miro estaban ensangrentadas, se me había olvidado que me caí varias veces y me di en las rodillas.

- Ángel. – lo llamo

- Dime. – sigue caminando

- Me ayudas a limpiarme las rodillas. – hago una sonrisa nerviosa.

- Sñse voltea, me mira las rodillas y abre los ojos como platos. - ¿Por qué no me lo habías dicho? – me mira con preocupación

- Porque me no me había fijado.

- Ven vamos a curarte. – me agarra la mano con delicadeza y me jala

Me hecha agua oxigenada. Arde, pero no tanto como el alcohol. Me pone una venda para terminar. Me mueve el pelo de la frente y me mira el moretón. Su cara de decepción lo dice todo.

- Tranquilo eso no es nada. – me cubro el moretón

- suspira. – Perdón

- No tienes que pedir perdón. – le sonrió

Iba a decir algo más, pero la bocina del carro de Dany anuncio su llegada.

- Vamos. – me dice

Nos montamos en el carro, Dany estuvo hablando con Ángel. Yo me limite a mirar por la ventana, me dolía la cabeza. Llegamos a la casa, me fui a mi cuarto y me aseé. Me verifique la cabeza, el moretón estaba más oscuro. Me dolía mucho la cabeza, así que fui a buscar unas píldoras. Me encuentro a Ángel, que estaba comiendo algo.

- Pensaba que estabas dormida.

- Me duele la cabeza, vine a buscar unas píldoras

- ¿Te duele mucho la cabeza?

- No. – miento. – Solo un poco

- Mmmm. – sé que no me cree. – Están allí. – señala hacia un armario.

- Gracias.

No me dice nada se limitó a ir a su cuarto. Está enojado.

- ¿Por qué estás enojado? – pregunté antes de que entrara a su habitación.

- suspira. – Porque no me gusta que me mientas. ¿Por qué me tienes que mentir? ¿Qué tan difícil es decir la verdad? Yo sé cuándo me mientes y cuando no. Yo sé que soy estúpido, pero no para tanto. – ríe sin ganas. – Buenas noches. – dice, para después entrar a su habitación.

Yo me quede allí parada mirando cómo entra a su habitación. No quería que se molestara, pero tampoco que se preocupara. Mesiento inútil. Pude pararlo, pero me quedé ahí parada sin hacer nada.

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