bloodbath ━━ niklaus mikaelson ✓

i. mystic falls

capítulo uno,
( mystic falls )

               MYSTIC FALLS ERA UN PUEBLO PEQUEÑO DEL QUE POCOS SABÍAN, pero en donde sus habitantes se conocían entre sí —o al menos eso creían—. Por lo que cuando la joven castaña llegó, con sus labios pintados en un tono bordo y curvados en una sonrisa ácida, el mentón en alto y desprendiendo seguridad con cada paso que daba, las miradas la siguieron por las calles. Su mirada de ojos celestes pero vacía era hipnotizante y animaba al que los observara a no apartar su vista. Era tan hermosa como peligrosa, pero ellos no eran capaces de percibirlo, aunque algunos estuvieran a punto de saberlo. Astrid tenía planes y no iba a permitir que nada ni nadie la detuviera.

El restaurante Mystic Grill pronto se hizo visible y sabiendo exactamente lo que hacía, entró. El aroma a fritura enseguida se hizo presente junto al bullicio de las personas. Era el mediodía y el lugar estaba abarrotado, a excepción de la barra, a dónde se dirigió.

—Bienvenida a Mystic Grill, mi nombre es Matt, ¿qué puedo servirle.

Astrid alzó su vista, su mirada encontrándose con los ojos azules y curiosos del mesero, una sonrisa socarrona abriéndose paso en su rostro. Sabía perfectamente bien quien era él, al igual que conocía al pelinegro sentado a su lado.

—Bourbon, por favor.

Matt asintió antes de retirarse y ella giró su rostro para ver al hombre a su lado.

—¿Qué tal, Damon?

El aludido giró su cabeza y enseguida su ceño se frunció al verla, no recordaba haber visto a esa chica en su vida, pero no había un deje de confusión en el rostro de ella, lo conocía. Astrid tenía apoyado un codo sobre la barra y su barbilla en su mano, y la sonrisa seguía en su rostro. Con sólo verla podía sentir que algo estaba fuera de lugar.

—¿Nos conocemos? —preguntó él mientras el mesero les dejaba sus tragos frente a ellos.

Matt, se detuvo un momento a observarla detenidamente antes de volver a su trabajo. Desde que había descubierto el mundo de lo sobrenatural no había un día de su vida que fuera tranquilo, y esa chica parecía malas noticias, sobre todo si conocía a Damon.

—Tú a mi no —dijo ella y suspiró, las presentaciones la aburrían—, pero yo sé bien quien eres.

Poniéndose a la defensiva al sentirse amenazado, Damon entornó la mirada y se inclinó a ella con la intención de intimidarla, pero ella ni siquiera se inmutó.