vii. memories

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capítulo siete,
( memories )

capítulo siete,( memories )

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  EL SOL BRILLABA CON INSTENSIDAD SOBRE EL cielo celeste y los rayos de él se filtraban entre las hojas de los árboles. Una joven Astrid, quien estaba entrando en la adolescencia, corría entre ellos mientras una risa contagiosa se escapaba por sus labios. En su rostro había una sonrisa inmensa, la misma sonrisa que hacía a todos en la aldea adorarla. Su vista estaba clavada en el camino frente a ella y de vez en cuando giraba su rostro para ver que tan cerca se encontraba él.

En el rostro de él había una sonrisa que sólo se apreciaba cuando estaba cerca de Astrid. Era tres años más grande que ella, quien tenía la edad de su hermano Kol, y sin embargo era con quien mejor se llevaba. Eran muy pocas las veces en la que se veía a uno sin el otro, siempre andaban juntos de acá para allá.

—¡Astrid! —gritó Niklaus divertido—. ¡Deja de correr!

La sonrisa en su rostro se ensanchó cuando una carcajada se escapó por los labios de ella. Era como música para sus oídos, le hacía bien al alma.

—¡Atrápame Nik!

Llegando a un claro, Niklaus aumentó la velocidad con la que corría y logró atraparla. Ambos cayeron al suelo entre risas. Abajo suyo había un colchón de hojas, el otoño se acercaba. Él se apoyó sobre sus codos para no aplastarla y la miró a los ojos mientras corría un mechón de cabello de su rostro para ponerlo detrás de su oreja. Un escalofrío recorrió su columna vertebral con el rozar de sus dedos sobre su frente y un rubor se extendió por sus mejillas.

—Te quiero, Astrid.

Astrid se sentó en la cama súbitamente, tomando por sorpresa a Rebekah, quien la vigilaba mientras ella seguía recordando su pasado por la fiebre producida con la mordida de Niklaus. Una capa de sudor cubría todo su cuerpo y las gotas se escurrían de su nuca a su espalda. Un gruñido se escapó de sus labios mientras volvía a recostarse y la Mikaelson a su cuidado soltó un suspiro. Siglos atrás, aún cuando Astrid no era vampiro, eran muy buenas amigas y le apenaba ver la persona en la que se había convertido.

—¿Sabes? —murmuró Rebekah estirando su brazo para apoyar un paño mojado sobre la frente de la chica—. Sólo debes encender tu humanidad y esto va a acabar.

Astrid clavó su mirada en ella, pero en su lugar vio el rostro de su madre. Sus ojos se llenaron de lágrimas y un sollozo se escapó por sus labios. Quiso estirar su mano y tomar la de su madre, pero sentía que el cuerpo le pesaba una tonelada.

bloodbath ━━ niklaus mikaelson ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora