bloodbath ━━ niklaus mikaelson ✓

ii. stars

capítulo dos,
( stars )

  LA PRESENCIA DE LA NUEVA BRUJA EN EL PRUEBLO HABÍA ALERTADO a los vampiros y hombres lobos, provocando que recurrieran a los vampiros más antiguos por información. Al parecer, había contado Stefan, Skyler andaba por las calles de Mystic Falls causando estragos a los vampiros con los que se encontraba, quitándoles los anillos que les permitían andar a la luz del sol, obligándolos a esconderse en las sombras. Niklaus, le había contado a sus hermanos y Astrid, la había conocido siete años atrás, tiempo antes de llegar al pueblo, y la había utilizado para que mantuviera en raya a su clan y no le causaran ningún problema al híbrido. Luego la había apuñalado con la intención de matarla y huyó en busca de la doppelganger.

La puerta principal de la mansión Mikaelson se abrió de golpe y Astrid quitó su vista de la figura de Niklaus, quien se encontraba pintando. Un Damon furioso entró y se dirigió directamente a la sala para encontrarse con el original.

—Damon —dijo Niklaus con un tono irritado volviendo a su pintura—. Debes tocar la puerta antes de entrar, ¿acaso en mil ochocientos no les enseñaban eso?

El pelinegro llevó una mano a su cara y tomó el tabique de su nariz cerrando los ojos un momento y tomando una bocanada de aire. Claramente no estaba de ánimos para bromas ni mucho menos.

—Me robó el anillo —murmuró volviendo a abrir sus ojos y quitando la mano de su rostro.

Un suspiro salió por los labios de Astrid y Damon reparó en su presencia. No le sorprendía verla allí, desde que había llegado al pueblo que no se separaba del lado de los originales. La joven dirigió su mirada a la ventana, el sol se había escondido tras el horizonte hacía pocos minutos, aún era posible ver su fantasma en la distancia.

—¿Skyler? —preguntó Niklaus con diversión, resiviendo un asentimiento de cabeza por parte del otro vampiro—. Si, oí que ahora es toda una perra.

—Debes ayudarme —demandó Damon—, es tu culpa.

La seriedad se hizo presente en el rostro de Niklaus. De manera brusca dejó el pincel sobre un trapo y clavó su mirada en el pelinegro. Astrid mordió el interior de su mejilla con la intención de suprimir una sonrisa. No podía negar que le encantaba verlo enojado, la forma en la que las venas resaltaban en sus brazos y su cuello.

—Ahí es donde te equivocas. Yo no debo hacer nada.

—¿Te recuerdo que ella está aquí por ti?

—¿Si? Bueno, adivina qué, yo no le dije que robe tu anillo.

El silencio reinó en la sala mientras los vampiros se mataban con la mirada y Astrid pasaba su vista de uno al otro. Al notar que ninguno estaba dispuesto a decir más nada, optó por dar una palmada mientras se ponía en pie, atrayendo su atención. Enseguida, notó, la postura de Niklaus se relajó al dirigir sus orbes a su figura.