bloodbath ━━ niklaus mikaelson ✓

epilogue

o. bloodbath ...
—epilogue

  A TAN SÓLO MINUTOS DE TENER QUE IRSE DESCUBRIÓ QUE SU maleta no cerraba. Había metido la ropa dentro de ella sin orden alguno y ahora el cierre rehusaba a ceder. Un gruñido de exasperación escapó entre sus labios. Tendría que haber seguido el consejo de Elijah y prepararla el día antes, de haberlo hecho ya estaría lista y no tendría porqué preocuparse, pero era testaruda —oh lo sabía— y no había querido escucharlo.

Luego de unos cuantos intentos más Astrid finalmente lo logró, la maleta cerró y con un estruendo cayó de la cama cuando la joven, odiada, la tiró al suelo. La vio caer y luego se puso en pie. Al alzar la vista se encontró con la mirada confundida y a la vez alerta de Niklaus y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Podía notar cuanto se preocupaba por ella y eso aceleraba su pulso. Tantos años alejados para volver a encontrarse. Eso era el destino, y si no lo era entonces Astrid no sabía qué era. Porque no había forma de que pudiesen volver a estar juntos de la manera tan íntima en la que se encontraban de otra manera.

—¿Qué pasó?

La pregunta salió casi en un susurro entre sus labios mientras su ceño se fruncía. Astrid negó con su cabeza mientras se agachaba.

—Nada —murmuró enderezando la maleta caída—, sólo se cayó.

Niklaus junto sus labios y asintió un tanto inseguro pero prefiriendo dejarlo allí, parecía decir la verdad.

—De acuerdo. ¿Estás lista?

—Si, lo estoy.

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Niklaus y Astrid pudo ver un brillo especial en sus ojos que puso su piel de gallina. Parecía contento, feliz incluso, y eso era algo que no ocurría desde hacía un buen tiempo. Mordiendo su labio interior, la joven avanzó un paso hacia él y tomó su rostro entre sus manos mientras pegaba sus pechos.

—Te amo, Nik.

El aludido dejó ver una gran sonrisa en su rostro e inclinó su cabeza para cortar el espacio entre ellos y sellar sus labios en un beso un tanto desesperado. Besarla traía un éxtasis que adoraba y hacia vibrar su vientre.

—También te amo, Astrid.

Sus labios volvieron a juntarse y sus lenguas comenzaron a danzar entre sí mientras sus respiraciones se volvían cada vez más elaboradas. Las manos de Astrid se aferraron de los hombros de Niklaus, clavando en ellos sus uñas, y las de él se enterraron en su cintura. Los labios del joven se apartaron de los suyos para posarse en su cuello y un gemido profundo escapó de la garganta de la joven cuando succionó su piel.