bloodbath ━━ niklaus mikaelson ✓

vii. fate

capítulo siete,
( fate )

  EL SILENCIO QUE SE HABÍA FORMANDO EN LA SALA SÓLO ERA ROTO por el crepitar de las llamas en la chimenea situada frente al grupo reunido en la casa de los hermanos Salvatore. Bonnie, Jeremy, Stefan y Elena se negaban rotundamente a matar a la bruja, mientras que los vampiros orginales, Damon, Caroline, Tyler y Astrid querían hacerlo. Había tomado trabajo que devolviera los anillos, que les permitía caminar bajo el sol sin quemarse, que había tomado y ahora ya no tenía ningún uso que la mantuvieran encerrada, podían deshacerse de ella sin problema alguno.

—De acuerdo —masculló Elijah atrayendo la atención de todos los presentes—. Si no quieren matarla, ¿qué sugieren que hagamos con ella?

—Dejémosla ir —espetó Bonnie.

—Pero con la condición de que no vuelva —agregó Stefan cruzando los brazos sobre su pecho desde su lugar en el sillón de su casa—. Si vuelve entonces la matamos.

Rodando sus ojos Rebekah soltó un bufido.

—¿Y qué nos asegura que no volverá? —inquirió—. Puede desaparecer tan rápido como llegó. No pienso arriesgarme a que secuestre a otro o lo mate y no nos enteremos hasta que sea tarde.

Damon y Astrid asintieron dándole la razón, sobre todo porque la joven sabía que sería ella la que sufriera las consecuencias de dejarla libre y que vuelva. No tenía forma de asegurar su seguridad a menos que Skyler muriera. Niklaus se levantó de la silla en la que se encontraba luciendo fastidiado, no veía sentido en esa reunión, de una forma u otra iba a matarla, de eso no había duda.

—¿Entonces está decidido? Perfecto, voy a buscarla así la matamos.

Hizo dos pasos hacia el sótano antes de encontrarse con la figura de Stefan frente a él. Divertido, soltó una risa mientras retrocedía.

—¿Tú solo piensas detenernos a todos, Stefan? Ni con Bonnie de tu lado puedes ganar, somos más.

—Puedo intentarlo —declaró el vampiro.

Dejando salir un suspiro entre sus labios, Kol se puso en pie.

—Adelante, Stefan, te reto a hacer un movimiento. Nada me gustaría más que romperte la cara.

Aprovechando la distracción que se había generado, Astrid corrió para posicionarse detrás de Elena con sus colmillos afuera y un brazo sobre su pecho para impedir que se mueva. La joven soltó un quejido al sentir la presión en su pecho y las miradas se dirigieron a ella, algunas sorprendidas y otras divertidas.