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Ser niñera y mesera no era fácil, no. Solo a mi se me ocurre andar en dos trabajos al mismo tiempo. Pero sí no hago esto yo, ¿De dónde conseguiría el dinero para pagar mis deudas? Esas deudas que me dejo mi familia antes de irse.
Suspire mientras cepillaba el cabello del pequeño Jisung. –¿Me llevará al restaurante, otra vez?—hacía un puchero.

–Lo siento tanto, sé que te prometí la última vez llevarte al parque, pero...tengo 3 faltas a la 4 me despedirán, te compraré algodón de azúcar mientras vamos en camino, ¿no quieres?

–¡Sí! La pelusa de azúcar me encanta.

–Es algodón, pequeño. —carcajeo por su inocencia.

Caminaron tomados de las manos, había dejado su bicicleta en el trabajo temprano, pasando a recoger al pequeño Jisung de la escuela ella iba al restaurante, mientras ella servía y llevaba alimento, él dibujaba para la señora Elizabeth.

–La pelusa pinta mis dientes—sonrió mostrándolos.

–¡Tus dientes son azules! Como el cielo lo señaló — ¿Lo ves?

–¡Me comí un pedacito del cielo! —sonrió victorioso, pero empezó a escupir.

–¿Hey, qué pasa? —preocupada le mire.

–¡Creo que me comí un pajarito tambien!—seguía escupiendo.

El niño era quizá lo más tierno de la vida de Minji.

–¡Pequeño Jisunggie!—La Señora Elizabeth sonrió cargándolo.

–¡Señora Eli!

–Disculpe por traerlo...sé que es malo, pero...no quiero perder el trabajo y...—la señora Eli asintió comprendiendo.

–Las puertas están abiertas para ti y el pequeño.

–Gracias.—se agachó para levantar al pequeño de 6 añitos, le dio un beso y fue a cambiarse.

Platos y pedidos eran llevados de un lado a otro, los tacones eran insoportables para ella, correr, bajar escaleras, ir y venir, sólo pedía no romperse el tobillo, o algo peor.

Logró sentarse por un momento, suspiro alargadamente.—¿Minji, te cansas mucho?

–Muchísimo, pero vale a pena si puedo comprarte cosas lindas.

–No es necesario, mira...—saco de su bolsillo tres monedas— ¡He ahorrado esto! Yo compraré las cosas de ahora en adelante, sere responsable.—puso sus manitas en su cintura sintiéndose realizado.

–¡Jisunggie!—Minji iba a explotar de felicidad por la ternura causada.
Pero la campana de su bicicleta sonó.
Se giro al ventanal para ver como era aplastada por un auto. –¡¡¡No,no,no,no!!!—corrió desesperada y el tipo seguía avanzando.

–¡DETENTE! PARÁ EL AUTO, IDIOTA, DETENTE.—golpeteé su cajuela.

Estacionó su auto sin importar lo que había hecho, la gente se detuvo para mirar la escena. Un chico de lentes negros y...oh, lo reconocí, el chico fresa.

–¡Hey! ¡Estúpido! ¿Es que acaso no ves donde te estacionas?—me le acerque y me ignoró, se dio la vuelta peinando su cabello frente a su vidrio de la ventana, sonrió y vi que entraría a los departamentos de a un lado.

–¡Mal educado! ¡Te estoy hablando!—siguió caminando.

Bufé, y fue hasta donde mi bici aplastada. Llevaba tantos años con ella, no tengo como comprar una nueva, todo estaba deshecho como para mandarla a arreglar. Fruncí el ceño, si a él no le importaba, iba a hacer que le importara.

Ya veras niño fresa.

Tomé el palo del anuncio de afuera y golpe su ventana trasera. —¡¡¡Te he hablado!!!

Planeaba sólo...llamar su atención pero...sin querer...rompí el vidrio.

–¿QUÉ TE PASA? SIMIO LOCA.—gritó quitándome el palo.

Wonderland ♢*゚ ᴘ.ᴊɪᴍɪɴ [Towers 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora