SINOPSIS:
Ahora que la vida de Sarah ha cambiado, es momento de que aprenda a adecuarse a lo que vive entre las penumbras de Beacon Hills.
Iniciando una nueva vida, sin mentiras ni secretos, descubrirá una parte de ella que llevaba mucho tiempo ocu...
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Advertencia:El capítulo a continuación contiene escenas o diálogos que pueden no ser del agrado de todos.
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#CapítuloLargo.
Sarah abrió sus ojos con dificultad, sin poder comprender qué estaba ocurriendo. Aturdida, distinguió cómo su padre la observaba completamente confundido, intentando sostenerla entre sus manos para así asegurarse de que estuviese bien.
Los ojos de él relumbraban igual de estupefactos y perdidos que los suyos.
No esperó a que hiciese preguntas, y con prisa cogió a su hija entre sus brazos intentando levantarla del suelo, pero su tarea se dificultó cuando descubrió que la chica temblaba como si fuese una gelatina.
―Sarah, vamos. Ponte de pie ―pidió, intercalando miradas entre ella y Scott, quien se encontraba de pie frente a Jennifer.
La nombrada apenas alcanzó a procesar la petición, cooperó con su padre al ponerse de pie, direccionando la mirada hacia su amigo.
Scott se encontraba de espalda a ellos, aunque eso no le impedía el ver la nueva voluntad de su Alfa elevada por sobre todos los presentes. Era casi como la estática entre dos, la corriente fluyendo; podía sentirle.
Su cuerpo estaba erguido y Jennifer le observaba estupefacta desde el suelo.
―¿Cómo hicieron eso? ―refirió a cómo habían roto la barrera de serbal.
―Ahora soy un Alfa ―enunció él, completamente serio―. Detén lo que estés haciendo para causar la tormenta, o te mataré yo mismo. No me importa que altere el color de mis ojos.
Jennifer amontonó temor en sus dilatadas pupilas, y de inmediato el interior de Sarah se regocijó por ello. Se entusiasmaba del temor que la druida sentía en ese momento, mezclada con el dolor y la desesperanza de su rostro. Como un alimento, sentía su interior hincharse como león recién alimentado, complacida.
