Capítulo VIII

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[...]

_____ estaba preocupada. Su madre le había acordado que iban a volver al parque a buscar su lanzador. Pero ella pensaba que para ese entonces, ya se lo habrían llevado. Además, le daba vergüenza ir persona por persona preguntado si habían visto un lanzador por allí tirado.

Al llegar a la Academia, divisó que en un grupo de cinco chicos, se encontraba su novio. Le daba vergüenza acercarse a donde se encontraba; primero porque no conocía a los otros dos chicos y segundo porque no quería ser el tipo de novia cargosa que llega a ser empalagosa.

Así que siguió su camino cabeza gacha hasta la puerta del edificio. Pero un grito pronunciando su nombre con ánimo, interrumpió su trayecto. Paró y vio a Valt que la llamaba mientras agitaba una de sus  manos con entusiasmo, indicándole que se acercase a ellos. Sonrió tímidamente y poco a poco se fue acercando. Se posicionó al lado del albino el cual le dedicó una linda sonrisa.

—_____, ellos son Daigo y Wakiya— señaló Valt primero a un chico de cabello negro y de baja estatura parecida a la de él, y luego a un rubio de cabello no tan largo.

—Un gusto— dijo la castaña mientras asentía con la cabeza.

Ellos solamente sonrieron e imitaron la acción de la chica.

—Nosotros cinco somos el club Bey de la Academia Beigoma— informó Rantaro con una paleta en la boca, o el palito que quedaba de ella.

—Entonces son muy fuertes— dijo maravillada la chica.

Y los cinco chicos asintieron orgullosos.

La campana sonó en todo el lugar, indicado que ya comenzaban las clases. Los cuatro salieron, mientras que la jovencita los seguía por detrás, pero una mano tomando su antebrazo, la detuvo. Giró para encontrarse con Shu que la había detenido. La soltó y comenzó a buscar algo en su bolso. Al encontrarlo se lo entregó.

—A tu padre se le olvidó su lanzador ayer en el parque— dijo mientras la veía fijamente a los ojos, serio pero sin dejar de lado su parte cariñosa.

Los ojos verdes de _____ se abrieron con sorpresa y alegría. Shu le había ahorrado ese viaje. Saltó a abrazarlo mientras que lo dejaba desconcertado. Y repetía una y otra vez "gracias". Se separó y le dió un beso en su nariz, para a continuación tomarlo.

—¿Por qué esa reacción?— preguntó confundido el albino, dibujando una sonrisa de la misma forma.

La castaña parpadeó varias veces recordando lo que acababa de hacer. Shu creía que ese lanzador le pertenecía a su padre. Aunque ella y su progenitor se confundían varias veces porque, en realidad, sus lanzadores son muy parecidos, sólo los diferenciaba un punto negro en la parte inferior, ese era el de la chica.

Entró en pánico. Sabía que podía decirle a él que le gustaba el Beyblade, pero le daba vergüenza que reaccionará igual que ese chico en la sala de espera. Tragó saliva y desvió la mirada tratando de pensar alguna idea.

—Esto... es porque papá ya se estaba deprimiendo por no ir a buscar su lanzador y eso no me gusta, pero mamá le dijo que podía ir a buscarlo conmigo cuando saliera de la Academia. Es sólo eso.

Realmente, pero en vez de su padre, era ella. El albino se quedó mirándola.

—Dile que está en perfectas condiciones, además tiene una gran potencia a la hora de lanzar— dio su punto de vista, luego de su enfrentamiento contra su futuro suegro.

_____ sonrió y miró hacia atrás. Ya era hora de entrar, sólo quedaban ellos dos afuera. Lo tomó de la mano mientras lo arrastraba detrás suyo para no llegar tarde a clases, pero igual lo harían.

[...]

La chica al llegar a su casa, tomó rumbo a la cocina para informarle a su madre de que ya no tenían necesidad de ir al parque. Al entrar en esa parte de la sala, la cara de su madre era de sorpresa mientras que, ésta, veía atónita a su esposo. Luego dirigió su mirada a su hija, dejándola confundida y a la vez asustada.

Se aproximó a ella mientras sonreía de oreja a oreja, provocando que la castaña se confundiese mucho más de lo que ya estaba. La tomó de los hombros a la vez en que la acercaba a su cuerpo para abrazarla.

—¡Sabía que terminarías con Shu!— exclamó mientras, que la cara del hombre, se alzaba una ceja de celoso.

—¿Qué?— preguntó la bailarina, pero ya sabía que ella se había enterado, por su padre, de su noviazgo con el de ojos rojos. Ambas se separaron para verse mejor.

—Con la madre Shu, sabíamos desde un principio que terminarían juntos. ¿Aún sigue siendo el mismo Shu que conocí cuando era pequeño? Además, tu padre me contó que es uno de los Cuatro Supremos... ¡Te ganaste la lotería!

El comentario de su madre provocó que un sonrojo, no tan notorio, se hiciera presente en la cara de _____. El silencio incómodo inundó la habitación. El rubor de la joven, la sonrisa de su madre y la cara de sorprendido, y a la vez confundido, de su padre.

Golpes a la puerta cortó ese reino de silencio. _____ salió de allí para ir a atender.

Al abrir la puerta, encontró a los vecinos: Toko, Nika y Valt. Sonrió mientras que la niña saltaba a abrazarla.

—¡Hola chicos!

—No puedo creer que esté en la casa de _____ Hayashi... ¡ni en sueños había imaginado ésto!— dijo mirando a los ojos verdes de la nombrada mientras que los suyos estaban cristalinos por la emoción.

—Tranquila...— sonrió la chica.

La pequeña asintió.

—_____, ¿y ese lanzador?

MI ALBINO PREFERIDO |Shu Kurenai y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora