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En la sala de espera, _____ se estaba aburriendo. Habían unas diez personas antes que ellas, mientras tanto, su padre decidió quedarse en el auto escuchando música que estar sentado sin hacer nada interesante.
De su bolsillo, sacó a Samurai Pegasus mientras admiraba cada detalle, como lo hacía en la mayoría de su tiempo libre.
Su Bey era tipo ataque y era fuerte, tampoco tanto para superar al Supremo más débil.
Donde estuvo durante cinco años, era común ver a mujeres, chicas de su edad, jugando al Beyblade. Pero desde que había llegado, allí no jugaba ninguna, ni se interesaban en saber sobre el juego.
Un chico que se encontraba del otro lado de la sala de espera, la veía raro por tener en sus manos a un Bey. Avergonzada, lo guardó de nuevo en su bolsillo.
Tal vez dejaría para otro día el enfrentamiento con su padre. Ya le daba vergüenza. Solo una mirada provocó que ella se avergonzara de sí misma como si fuese una criminal sin corazón. Era así, una chica con miedo al rechazo social, por eso trataba de ser como los demás. Pero no era su estilo.
Recordó su primer enfrentamiento en el cual terminó perdiendo porque no entendía nada. Con medida que el tiempo pasaba, entrenó y ganó un poco más de fuerza para el lanzamiento que fue muy débil. A los días, le pidió al mismo muchacho contra el que se había enfrentado y él aceptó volver a batallar contra ella. Esa vez, también terminó perdiendo. El muchacho se ofreció a enseñarle una que otra cosa sobre el Beyblade, y eso lo ha tenido en cuenta cada vez que se enfrentaba, osea muy pocas veces.
Levantó la mirada hacia su mamá que estaba prestando atención al televisor que se encontraba en una esquina, y estaban pasando las noticias. No le prestó atención y volvió a ver hacia el chico y éste estaba con su celular.
Inconscientemente, dirigió su mano a su bolsillo para agarrar su Beyblade, pero el doctor llamándola la sacó de sus pensamientos. Una que otra persona levantó la mirada para verla al escuchar su nombre. Agachó un poco la cabeza para levantarse e ir a que la atendieran junto con su madre.
[...]
—¿Qué dijo éste doctor?— preguntó su padre mientras que las dos mujeres subían al vehículo.
—Que ya puedo ir haciendo un poco más de movimiento. En unos días tengo que volver— informó a la vez en que se ajustaba el cinturón de seguridad.
—Entonces... ¿al parque?— volvió a preguntar con una sonrisa.
—Eh...— comenzó dudando la castaña.
Y se limitó a no contestar. Miraba a Pegasus pensando en si alguna mujer en ese lugar jugaba a ese juego que era comúnmente para varones. Suspiró mientras cerraba los ojos. Tenía que estar contenta, ya podía hacer un poco más de actividad.
Sin darse cuenta a tiempo, ya estaban en el parque. Los tres se bajaron. Mientras que su madre se iba a dar una vuelta y luego volvía, padre e hija jugarían al Beyblade. Sacó su lanzador del auto al tiempo en que trataba de esconderlo cuando alguien pasaba. El hombre sacó su Bey mientras se dirigía a donde se encontraba una plataforma cerca de un árbol.
Ella sabía que árbol era; era el árbol en el cual conoció a Shu. Sonrió y olvidó todo sobre el problema que se había hecho sobre el Beyblade.
—¿Lista?— preguntó mientras se posicionaba de un lado de la plataforma y se acomodaba para lanzar, haciendo que saliera de sus pensamientos.
—Sólo una partida— avisó ella mientras también se acomodaba.
—3...— comenzó diciendo su padre.
—2...— siguió ella.
—1...
—¡Let it rip!— exclamó dando a entender que ya tenían que lanzar sus Beys.
Al hacerlo, daban vueltas dentro del pequeño estadio mientras que sus dueños estaban concentrados en cada movimiento que daba su Bey y el de su oponente.
Los segundos pasaban para volverse casi un minuto, y dando por vencedora a la chica. Aunque no fuera de comprender tanto el juego, era muy buena. Tomó el suyo y se dirigió a sentar bajo el árbol mientras que su padre se quedaba practicando para pasar el tiempo. _____ estaba tan concentrada observando su Bey que, se sorprendió, al escuchar una voz.
—Hola señor Hayashi— alzó la mirada para encontrarse con el albino, que vestía ropa para entrenar, que saludaba con alegría a su padre. La joven guardó rápidamente su Beyblade.
—Whoau... Shu Kurenai, cuanto tiempo, ¿no?— colocó el lanzador en su cinturón mientras extendía su mano para estrecharla con la del joven.
—Sí, y mucho— y miró a la castaña que le sonreía.
—Mira _____, es tu viejo amigo, ¿no piensas saludarlo luego de tanto tiempo?— le preguntó su padre.
—Papá, Shu va conmigo a la academia— le informó mientras se enderezaba y se dirigía a abrazar al nombrado.
Se separaron y giraron a ver al hombre mayor que los veía con una ceja arqueada. La castaña se aproximó a él y lo abrazó para que dejase de ser celoso.
Se dio una cachetada mental ya que no les había contado nada a sus padres de que era novia de Shu. Un poco sonrojada giró a ver al albino quien le sonreí tiernamente. Le devolvió la sonrisa y se separó de su padre.
Shu Kurenai sabía que no le había contado nada, así que sería una gran idea presentarse, él mismo, como el novio de su hija.
—Señor Hayashi, necesito informarlo de algo— espetó serio el joven mientras se paraba recto ante el hombre.
—Dime— dijo de la misma forma sin dejar de verlo.
El albino le echó una mirada rápida a _____, quien estaba muy nerviosa, y luego de vuelta a su padre.
—Soy novio de su hija _____...
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MI ALBINO PREFERIDO |Shu Kurenai y tú|
AcakAngustia. Fue lo que sintieron cuando el otro ya no estaba más a su lado. Emoción. Los invadió cuando sus miradas volvieron a conectarse, luego de tanto tiempo. Pero ya comenzando a tener una linda vida, ambos se escondían cosas, que afectarían al o...