Capítulo XVIII

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[...]

—¿Qué te parece si tenemos una cita? Ésta vez sin tu primo y nadie más... Sería como la primera— cuestionó el albino mientras veía a su novia con una sonrisa tierna.

—Me parece... bien— dijo imitando la sonrisa del chico.

—Hoy en la tarde, ¿puedes?

—Claro— asintió.

—Genial. Te paso a buscar— dejó un beso en la cabeza de la chica para luego despedirse y comenzar a irse.

La había acompañado hasta su casa, ésta vez sin que sus vecinos se diesen cuenta. Habían acordado una cita, ¿dónde? Sólo el albino sabía la respuesta, y nadie más.

Y hablando de él, estaba pensando en hacerla inolvidable, porque le daría su primer beso. Pensaba. No era que no le agradasen los besos en la nariz, frente o mejilla, quería uno en los labios como cuando eran pequeños. Suspiró al tiempo en que dirigía una de sus manos a un bolsillo y sentía la forma de su Beyblade, Storm Spryzen.

Lo sacó mientras se detenía a medio andar a verlo. Al día siguiente comenzaban los enfrentamientos del torneo. Se enfrentaría nuevamente contra Lui, su rival. Pero por suerte, ya había arreglado la primera parte de su plan para el torneo: hacer creer a _____ que ni él ni ninguno de sus amigos participaría de él. El siguiente paso, competir, porque entrenar, ya lo había hecho mucho y debía descansar antes de que comenzara el torneo.

Lo volvió a guardar y comenzó a retomar camino.

Mientras tanto, con _____, estaba emocionada, nerviosa, feliz y demás emociones la invadían haciendo de ella una verdadera ensalada.

Cuando había terminando de almorzar, fue a su cuarto emocionada para comenzar a prepararse. Su madre pasaba por allí y se detuvo en la puerta que estaba abierta, y veía que su hija se estaba terminando de arreglarse el cabello.

—¿Por qué tan entusiasmada?— preguntó con una sonrisa a la vez en que su hija volteaba a verla.

—E-es que hoy tengo una cita con Shu— dijo ligeramente sonrojada.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?— volvió a preguntar, mientras llevaba sus manos a su cadera.

—Perdona... se me había olvidado contarte, mamá— dijo agachando un poco la cabeza.

La mujer se acercó a ella y la abrazó. De inmediato, fue correspondido el abrazo —Vamos...— dijo al momento de separarse —, tengo que arreglarte ese cabello— dijo viendo la cabeza de la bailarina que estaba bastante desordenada.

Ella rió nerviosamente para luego sentarse y su mamá, con un peine, comenzará a arreglarle lo que se había hecho.

[...]

Alrededor de las cinco de la tarde, llamaron a la puerta en la casa de los Hayashi. Era nada más ni nada menos que Shu Kurenai. Esperaba un poco nervioso al otro lado de la puerta, se balanceaba con sus pies, de los talones a las puntas. Miraba hacia un lado, luego hacia otro cuando pasaba un auto por la calle. Y aún no respondían a su llamado. Se comenzaba a poner un poco más nervioso. Apretó sus labios y volvió a golpear la puerta.

—¡Ya voy!— se escuchó del interior de la casa, haciendo que,ven la cara del albino, se dibujara una sonrisa. No se había olvidado.

_____, cuando era más pequeña, olvidaba algunas veces cuando quedaban los dos pequeños en juntarse a jugar. Y llegaban a cancelarse las salidas por haberle prometido a su madre limpiar su cuarto o porque iba un familiar a visitarlos. Pero como era ella, lo volvía loco. La amaba cada día más que el anterior. Y cuando se reencontraron, no tenía palabras para expresar cuan enamorado se encontraba de ella en esos momentos.

Sus pensamiento fueron interrumpidos cuando la puerta fue abierta por la muchacha que llevaba una sonrisa en su cara plasmada. Como siempre. Shu se acercó a ella a besarle la punta de la nariz mientras, que _____, cerraba sus ojos aún con su sonrisa.

—¡Ya nos vamos! ¡Vuelvo más tarde!— dijo la castaña mientras cerraba la puerta y se escuchaba el grito de su padre.

—¡Antes de las ocho!

—¡De las nueve!— corrigió su madre.

—¡Claro!— dijo la bailarina y ambos novios comenzaron a caminar de la mano.

Se dirigieron hasta el parque, donde dieron una vuelta mientras que hablaban de lo primero que se les venía a la cabeza, hasta que el tobillo de la muchacha comenzó a hacerce presente con las punzadas de esfuerzo. Aún faltaba un trecho para llegar a donde el albino tenía planeado.

Así que decidió llevarla cargando en su espalda, acto que la castaña se sonrojó ligeramente y tuvo que aceptar porque ya no tenía de otra. La cargó y comenzó a caminar hacia donde se estaban dirigiendo.

—Vaya... y yo que pensaba que aún te gustaba ir corriendo. Recuerdo que... ¡Ah!— pegó un pequeño gritó al tiempo en que Shu comenzaba a correr.

"Aún no ha cambiado" pensó con una sonrisa mientras que se aferraba un poco más a él, ya que iba rápido.

Cuando eran niños y _____ se cansaba, el albino se ofrecía a llevarla a caballo en sus espaldas y, siempre iba corriendo para hacer que la pequeña se aferrase a él y no se separase. Además que le gustaba escuchar cuando pedía que la bajará.

—Shu...— decía entre risas _____ mientras que el joven Kurenai seguía corriendo y aumentado la velocidad —, más despacio, igual llegaremos— decía a la vez en que tiraba un poco de sus cabellos blancos.

—Pero yo quiero llegar rápido— dijo con una sonrisa mientras saltaba una piedra, no tan grande ni tan pequeña, que estaba en el camino.

Eso asustó a la bailarina, provocando que cerrara sus ojos y escondiera su cabeza en el cuello del muchacho. Shu fue bajando la velocidad para seguir caminando por como había reaccionado su novia.

—Tranquila... todo está bien, yo estoy para protegerte si alguna estupidez o algo grave sucede...

MI ALBINO PREFERIDO |Shu Kurenai y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora