El llamado a la puerta, hizo que el albino terminara lo que le quedaba antes del segundo llamado. Se acomodó su ropa y salió con la esperanza de que fueran sus padres. Abrió la puerta y se encontró con su novia. No era lo que esperaba pero le agradó más.
La detalló de pies a cabeza como si fuese la primera vez en que la veía en toda su vida. Se veía hermosa, tan delicada, tan damisela. Pero lo que más le sorprendió fue su nuevo corte de cabello: éste le llegaba hasta los hombros. No le importaba eso, de todos modos se veía hermosa. En una de sus manos tenía su chaqueta y, colgando de su hombro, su bolso.
—Éstas hermosa...— dijo enamorado. _____ desvió la mirada ligeramente sonrojada a la vez en que dirigía uno de sus mechones de cabello detrás de una de sus orejas.
—Gracias. Tú también estás bastante bien— lo halagó.
La invitó a pasar a la vez en que escuchaba el teléfono de casa con su tono cuando entraba una llamada. Se disculpó, y con una enorme sonrisa, se dirigió a atender. Tomó el aparato y lo acercó a su oído.
A cada palabra que escuchaba decir de su madre, Shu iba borrando lentamente su sonrisa. No irían, por el clima, su vuelo se había cancelado. Se despidió y cortó desilusionado. _____ escuchó la conversación y se acercó a abrazarlo por la espalda para intentar animarlo.
—Adiós a la noche que tenía planeada— dijo dirigiendo su mirada a la cabeza de la chica que había sido depositada sobre su hombro.
—¿Cuándo no? Shu Kurenai organizando algo— dijo divertida, haciendo que su novio sonriera.
—Te amo— plantó un pequeño beso en su frente para luego separarse un poco, tomarla de la mano y dirigirla a donde se llevaría acabo la cena.
[...]
Todo comenzó con uno que otro tema, haciendo pasar un lindo momento. Chistes malísimos de parte del albino, intentos fallidos de no reír de parte de la castaña y así hasta que llegó el silencio. Para la cena, Shu Kurenai había preparando pasta con salsa, el platillo que amaba la muchacha desde que era pequeña, y ahora más si él lo había preparado.
Comían tranquilamente y con educación, a la vez en que se comenzaban a escuchar las primeras gotas de lluvia en toda la ciudad, hasta llegar al punto de hacer demasiado ruido, provocando que no se escuchará bien la música de fondo.
Shu miraba perdidamente a un lado de la mesa, sintiéndose mal, nunca había ocurrido algo que él no había planeado. Era nuevo eso.
Y _____ Hayashi lo notaba.
En su plato no quedaba nada, mientras que en el de él, había más que la mitad. Sabía a la perfección que le afectaba que sus padres no estuviesen presente en ese momento que él consideraba importante, mucho más que como ella lo veía.
Se levantó de su lugar, ganándose la mirada del chico, sin palabra alguna. Acercó su silla a donde el de ojos rojos se hallaba y la dejó allí para sentarse a su lado.
—¿Estás bien?— preguntó preocupada a la vez en que lo veía a los ojos.
Él negó. No le mentiría en eso. Y volteó a verla a los suyos
—Sólo es que no estoy concentrado, es lo único— le respondió sonriendo de lado.
—¿Seguro?— preguntó, y el albino asintió.
La muchacha sonrió y tomó el cubierto que utilizaba el chico; cargó un poco de pasta en éste y lo colocó enfrente de la boca del joven Kurenai. Él simplemente rió bajo.
—No soy un bebé _____ como para que me des de comer— la miró enamorado.
—Pero deberías comer— lo regañó con una linda sonrisa en sus labios. Algo que no pudo resistir el muchacho.
Él se incorporó a la vez en que la hacía dejar el tenedor con comida sobre el plato para también levantarla de su asiento.
—Shu...— pronunció la joven mientras se posicionaba cerca suyo.
—¿Si?— preguntó mientras la tomaba de la cadera y la acercaba más a él.
—¿Ya sabías... que eres mi albino preferido?— dijo sonriendo, pasando sus manos por el cuello del muchacho.
—Si... y el único— no aguantó más y acercó su rostro al de ella.
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MI ALBINO PREFERIDO |Shu Kurenai y tú|
DiversosAngustia. Fue lo que sintieron cuando el otro ya no estaba más a su lado. Emoción. Los invadió cuando sus miradas volvieron a conectarse, luego de tanto tiempo. Pero ya comenzando a tener una linda vida, ambos se escondían cosas, que afectarían al o...