Capítulo XX

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Los días pasaban y a Shu Kurenai le iba bien en el torneo de Beyblade del país, claramente por ser un supremo y un prodigio en el juego. Mientras tanto, se juntaba con _____ Hayashi luego de que su turno de enfrentarse se acababa, así ella no levantaba sospechas. Los mejores tiempos los pasaban juntos, luego de haberse besado esa noche.

En cambio, _____, había asistido al doctor para hacerse el control de su tobillo y la mejor noticia que recibido fue que ya podía empezar a hacer ejercicio, pero de esos que no hicieran que su tobillo llegará al límite de sus fuerzas. Pero aún no podía volver a bailar, quizás un vals pero no más que eso.

Volviendo con Shu, sólo faltaban dos días para la final. Durante esos días se tenían que terminar de definir los últimos puestos para la semifinal y él ya estaba en uno de ellos.

—¿Ni siquiera has pensado invitarla a las semifinales?— preguntó el de cabellera azul mientras caminaba a un lado del albino. Éste negó.

—Me enfrentaré contra Lui, no doy una victoria segura— dijo mientras apretaba sus puños.

—Pero es tu novia Shu, ella le encanta que juegues Beyblade, y más le encantaría si la llevaras a animarte. Incluso podría irte mejor de lo que te va si ella te ve— le aconsejó.

—Igual no lo haré...

Valt bajó la cabeza un poco por como actuaba su amigo. En cambio, el albino no podía dejar de pensar en la cena que tendría esa misma noche, la cual había acordado con su novia en su primera cita real. Tenía que informale a sus padres para que estuvieran presentes así la presentaba como su novia.

Se despidió y tomó rumbo a su hogar. Debía realizar unas llamadas y preparar la comida para esa noche, además de arreglar el departamento. En su camino a casa, no dejaba de sentirse mal por lo de no contarle nada a la chica. Si le ganaba a Lui, podría invitarla a su final contra Valt, quien ya había quedado para esa batalla.

Debía pensarlo.

Pero si perdía contra él, no le importaría ya que eran mejores amigos.

No dejaba de suplicar de que quedará para las finales así dejar de ocultarle a la muchacha ese secreto que llegaba a hacerle mal a sí mismo. Y si... ¿no quedaba? ¿Qué haría? ¿Qué le diría? ¿Cómo reaccionaria su novia? No quería verla enojada por primera vez, no le agradaba esa idea.

Pasado mañana se dispondría su batalla contra el más peligroso de los Supremos. Debía entrenar, tenía que hacerlo. Primera vez en su vida se sentía nervioso por una batalla Beyblade.

Cerró sus ojos a la vez en que suspiraba desanimado. Entrenaría al día siguiente sin falta.

Sintió un olor a lluvia y alzó la mirada al cielo que estaba nublado. Los grandes nubarrones estaban por descargarse en cualquier instante y, así, mojar a toda la ciudad con una capa de lluvia.

Apresuró el paso para llegar y preparar todo.

[...]

—_____, ¿irás con ese vestido?— preguntó su mamá.

—Me gusta el color, ¿algún problema?— dijo la castaña a la vez en que veía con una sonrisa su reflejo en el espejo de cuerpo entero.

La mujer suspiró desanimada y se dirigió al armario de su hija a buscar algún vestido mejor que ese. Encontró uno que le había comprado y ella jamás había utilizado, lo sacó y se lo mostró.

—Pruebate éste, siento que lo he comprado para nada— dijo la mujer dándoselo.

La chica lo vio con un brillo en sus ojos y lo tomó con delicadeza. No se había acordado de ese vestido, y siempre acordaba utilizarlo pero jamás se le presentaba la oportunidad.

—Si, lo usaré...— y se dirigió a cambiar.

Sólo faltaban unas dos horas para que fuera a la vivienda del albino. Estaba nerviosa. Era bastante el tiempo en que no veía a los padres de Shu, y de pequeña, tampoco era de verlos muy a menudo por su trabajo. Su vestido de color salmón que le llegaba hasta la rodilla, se movía mostrando el pequeño temblor de nervios que estaba padeciendo la joven bailarina.

Se dio la vuelta para dejarse de ver en el espejo y se dirigió a sentar en su cama. Miró en dirección a la ventana y no se veía el clima de lo más conveniente en esos momentos, sabía que iba a llover cuando menos se lo esperaba. Debía llevar un abrigo por si acaso.

Cerró sus ojos y respiró profundamente. Tenía que tranquilizarse. Cuando su carrera de bailarina había iniciado y debía bailar frente a muchas personas, solía sentirse nerviosa, pero nunca de esa manera.

Abrió sus ojos y miró a su Beyblade que descansaba sobre la mesa de luz. Tenía que llevar a Pegasus a su revisión del año, además de confesarle a Shu sobre que ella era una blader.

Se levantó a acercarse a verse al espejo. Su cabello había crecido demasiado desde la última vez que se lo habían cortado. No era mala idea cortarselo de nuevo, no para impresionar al muchacho, sino para cambiar un poco de aires.

Buscó las tijeras de peluquera que eran de su madre, y bajó a buscarla.

—Mamá— la llamó haciendo que ésta se volteara —, ¿podrías...?— y mostró el objeto con un poco de inseguridad.

Al principio, la mujer no entendía a lo que intentaba transmitirle su hija en esos momentos, pero finalmente cayó. Sonrió y asintió con la cabeza a la vez en que se acercaba a ella.

MI ALBINO PREFERIDO |Shu Kurenai y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora