"Capturada y silenciada por mi fe... más Dios me dará la victoria al final."
➡Historia original.
➡No copiar ni adaptar.
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➡️Portada hecha por: @AbiMartinez- ✨
Lander no hizo otra de sus amenazas o abusos hacia nosotros, y tampoco eso era motivo para mantenerme tranquila en realidad; mi hermano decía que de seguro él ya se cansó de perseguirnos, Lucinda pensaba igual y hasta mi madre.
Pero yo no lo creía así.
Lander Steels era astuto, y de seguro estaba planificando algo grande que le tomaba mucho de su tiempo y por ello no podía molestarnos.
Me lo cruzaba por la universidad pero no se dirigió a mí ni a mis amigos, cosa que me pareció totalmente extraña y fuera de lugar.
Eso creaba en mí una sensación de advertencia a lo que pudiera hacer.
-Hey, enana.
Giré mi cabeza al escuchar que mi hermano estaba llamándome, estábamos en la cafetería almorzando.
-¿Qué? -Pregunté picoteando mi ensalada con el tenedor de plástico blanco.
Lucinda nos miraba sin decir nada.
Ezra suspiró dejando los cubiertos sobre el plato.- Ya deja las paranoias, estoy seguro que Dios ha hecho que Lander y su grupo nos hayan dejado en paz.
Resoplé por sus palabras, supuse que diría algo así.
-Ezra... sé que no debería preocuparme pero... es algo extraño, ¿de la nada Lander nos deja en paz? No me parece normal. -Lo miré con una ceja alzada mientras decía aquello, es que era así.
-Bueno, amor... creo que Halia tiene razón, podemos quedarnos tranquilos pero sin bajar la guardia. Recuerda que el enemigo anda como león rugiente. -Opinó la coreana-americana en acuerdo conmigo.
Mi hermano resopló negando con la cabeza.- Mujeres...
Las dos nos reímos y seguimos comiendo nuestros almuerzos, de repente Ezra volvió a hablar.
-Oigan, hoy en la noche hay campaña de adoración y alabanza en el parque Hap Magee Ranch y nuestra iglesia está invitada. -Sonrió con emoción al contarnos la noticia.
Abrí mis ojos sorprendida, para luego lentamente sonreír animadamente.
-¡Asombroso! -Exclamé aplaudiendo levemente como gesto de alegría.
Lucinda asintió llena de emoción.- Es genial, ¡invitaré a mis padres!
Mientras la pareja de prometidos hablaba entre ellos, me dediqué a ver a las personas que rondaban por la cafetería y pude ver a Lander comiendo solo sin su grupo.
Aquello ciertamente me intrigó, pero no dije absolutamente nada al respecto.
-Halia, debemos volver a clase. -Dijo Lucinda sacándome de mis pensamientos.
Agité la cabeza al instante y le asentí con una sonrisa, luego nos levantamos de la mesa y fuimos a la salida de la cafetería.
Mi mirada se cruzó con la de Lander, pero no hizo otra cosa que sonreírme.
Y allí fue cuando me preocupé.
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7:30pm.
El parque estaba lleno de hermanos en Cristo de las iglesias invitadas a la campaña, el pastor Coleman ya se hallaba allí junto a su esposa e hijos pequeños; a pesar de lo duro que fue el restaurar el interior del templo, con la fe y la disposición de todos nosotros pudimos poner todo en su lugar como antes.
Dios realmente proveía todo.
-Bajemos. -Avisó el pelinegro al estacionar el auto frente al parque.
Mamá y yo nos bajamos seguidas por Ezra que terminaba de pasarle el seguro al vehículo, y así nos encaminamos a la parte central del parque para reunirnos con el resto de los hermanos.
-¡Pastor! -Sonreímos al acercarnos al mencionado y a su familia.
Ellos nos recibieron alegres mientras comenzábamos a charlar sobre lo que se iba a hacer esa noche, más mirada vio fugazmente el rostro de Lander.
De seguro mi rostro palideció debido a la descarga de terror que cruzó mi cuerpo, pero me mantuve quieta para no alertar a nadie junto a mí.
-Miren, ya va a empezar. -Avisó el pastor señalando la tarima improvisada en el centro.
Lucinda y sus padres vinieron justo a tiempo para reunirse con nosotros, la persona encargada del servicio inició leyendo el Salmo 150.
Y justamente antes de que comenzaramos a orar, disparos sonaron en toda el área central de parque provocando el pánico y el caos entre nosotros.
Miré a todos lados y pude ver que era el grupo de Lander quien disparaba hacia el cielo, más no herían a nadie.
-¡Halia! -Mi madre gritó al ser alejada por unas personas que corrían despavoridas.
Lucinda y Ezra desaparecieron en la multitud mientras que yo corría buscando alguna forma de reunirme con todos, pero mi brazo fue sujetado fuertemente por alguien.
-Hola, Halia.
Mi sangre se heló completamente al escuchar aquella voz, y con total lentitud alcé mis ojos para encararlo.
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-¿Sorprendida, niña? -Expresó con desdén aún sin dejar la cínica sonrisa de su rostro.
Por instinto quise zafarme de su agarre pero no pude percibir el golpe que me dio en la base de la cabeza, ocasionando que perdiera la consciencia al instante.
Recuerdo que lo último que llegué a escuchar... fue:
-Es hora de reunirte con tu supuesto Dios.
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