Prólogo.

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Mi único error según ellos... era seguir a Jesús.

Mi vida... es sólo para él...

Pero ellos... no querían verme de esa forma.

Ellos, no... ellos no. Mejor dicho el enemigo quería verme destruida y acabada.

-¡Por aquí!, ¡no dejen escapar a esa sucia! -Gritó fuertemente una voz varonil a lo lejos.

Mis jadeos y la agitación de mi respiración me llenaban los oídos mientras corría, las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos provocando que estos picaran por el agua salada de estas.

Pero mis piernas no se detenían en correr, correr y no ser llevada por ninguno de esos muchachos universitarios.

-¡Cristo, socórreme! -Clamé escuchando las rápidas pisadas del grupo que estaba persiguiéndome esa noche.

Sabía que no se iban a detener hasta atraparme y hacerme quién sabe qué, y todo por culpa del odio hacia mi fe y hacia mi Señor.

-¡No tienes escapatoria, estúpida! -Otro grito seguido de una maligna carcajada se escuchó tras mi espalda.

Aquello me heló la sangre y erizó mi piel por el terror que me había ocasionado.

Solté un alarido al ver que me encontraba frente a un enorme muro de ladrillos, sin salida y sin escapatoria alguna.

-No... ¡no! -Chillé tapando mi boca a la par que lloraba.

Un crujido detrás de mí hizo que me petrificara en mi lugar, y con lentitud giré mi cabeza para encontrarme con el grupo de chicos de chaquetas de cuero y capuchas negras.

Al que reconocí fue al que estaba de frente, el problemático y serio Lander Steels.

Su sonrisa ladeada y malévola incrementó el temor dentro de mi ser.

-La ridícula de Halia Calloway, ha sido finalmente atrapada como una rata en una trampilla. -Espetó con cinismo cruzando sus fuertes brazos.

Tragué saliva, más no me dejé intimidar.

-No te temo para nada, Satanás. -Mascullé más para mí que para ellos, por lo que no pudieron escucharme.

-¿Qué dijiste? -Alzó una ceja gruesa demandando oír lo que dije.

Resoplé y observé sus ojos con determinación.

-No-te-tengo-miedo. -Dije despacio con seguridad para que entendiera mis palabras.

Eso le hizo carcajear en gran manera, luego clavó sus ojos color aguamarina en los míos.

-Hasta aquí.

Y seguido, me tomó fuertemente de los brazos y me arrastró con los de su grupo mientras que yo gritaba y pataleaba para que me soltasen.

Pero no sucedió.

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Grité al ser lanzada con total rudeza dentro de una habitación sin ventanas y con un foco de luz en el centro de la habitación.

-¡Déjenme ir! -Demandé con molestia, tirada en el suelo.

Lander entró cerrando la puerta tras de sí, para luego mirarme con malicia y una sonrisa cargada de perversión.

Sentí el terror inundarme otra vez, ¿qué me sucedería?

-¿Q-qué vas a hacerme? -Balbuceé abriendo en demasía mis ojos, debido al miedo.

El castaño sólo rió agachándose frente a mí, extendió su mano y esta acarició lentamente mi mejilla provocando que sintiese repulsión.

-Haré de tu vida un infierno, Halia. -Masculló con odio y veneno, mirándome con total ira en sus ojos.

Se levantó nuevamente y salió de la habitación para dejarme encerrada allí, sin ninguna vía de escape.

Abracé mis rodillas y comencé a llorar sin consuelo, clamando al Señor.

-Si Dios es por nosotros... ¿quién contra nosotros? -Murmuré entre sollozos aquella cita de Romanos.

Mi tormento no duraría mucho, mi Padre estaba a mi lado y Su Santo Espíritu también estaba conmigo; aunque viese todo a mi alrededor como si no hubiese salida, seguía confiando en Él plenamente y no iba a desmayar en ese momento.

Y si debía morir en el nombre de mi Señor Jesucristo...

Que así sea.

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¡Próximamente!











¡Dios les bendiga!

ꜱʜᴜᴛ ᴜᴘ! 🔚 novela cristiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora