Epílogo

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Cuatro años después.

Playa de Santorini, Grecia.

Las olas del mar transmitían un relajante sonido para mí, era como si Dios estuviese regalándome esa sinfonía para calmar la ansiedad que a veces me aparecía; exactamente transcurrieron cinco años desde el incidente con Lander, uno que no era fácil de olvidar.

Estuve incluso yendo a terapias a pesar de que estaba bien, pero había ése lado de mí que estaba aún frágil por todo lo que nos había sucedido. Gracias al Señor contaba con Él y con mis seres queridos cuando algún ataque ansioso me llegaba.

Y ahora estaba en Grecia con Ezra y Lucinda, ambos insistieron en que me fuera en su viaje de aniversario de bodas y pues decidí aceptarlo.

-Me pregunto... si él estará bien... -Susurré abrazándome a mí misma, la brisa marina movía mi cabello rojizo suavemente.

A varios metros divisé una banca de madera siendo ocupada por alguien, al parecer el muchacho estaba sumido en una lectura debido a que estaba sosteniendo un libro. Como sentía mis piernas cansarse debido al rato que estuve de pie fui a sentarme junto a aquella persona en silencio.

-Perdone... es que ya llevaba mucho tiempo de pie. -Me excusé esperando que la persona me entendiera y que no se sintiese en molestia.

Noté que la persona junto a mí se me hacía bastante conocida, y cuando mis ojos se encontraron con los contrarios sentí mi corazón acelerarse.

-¿Lander?

-¿Halia?

Habíamos hablado al mismo tiempo, nuestros orbes seguían conectados durante un largo tiempo.

No podía creer... que lo estaba viendo, y libre.

-Estoy sorprendido debo decir, esperaba ver a cualquier menos a ti

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-Estoy sorprendido debo decir, esperaba ver a cualquier menos a ti. -Expresó rascando su nuca con una pequeña sonrisa avergonzada.

Se veía más maduro, era obvio ya que él era mayor que Ezra por un año así que de seguro ya tenía veintiocho años.

-Opino lo mismo... vine porque Ezra y Lucinda me invitaron a su viaje de aniversario, no quería aceptar pero ellos insistieron. -Me encogí de hombros observando el amplio mar de Santorini.

El silencio reinó otra vez en nosotros, realmente ninguno sabía qué decir luego de cuatro años sin vernos.

Tomé aire y me dí cuenta que el libro que cargaba en sus manos, era una Biblia.- Es una Biblia...

Su sonrisa ladina marcó su rostro, mirando ahora el libro negro con letras doradas.

-Uno de mis amigos se volvió cristiano, estuvo predicándome todo el tiempo que estuve en la cárcel y... a la final acepté a Jesús, la verdad nunca me he sentido tan lleno de paz en mi vida. -Suspiró observando el mar con serenidad grabada en sus ojos.- me estaba perdiendo de algo especial por haberme dejado llevar por el ateísmo y el odio.

Yo lo observaba en silencio ya que deseaba escuchar todo lo que tenía que decir.

-Halia... Jesús es mi centro ahora. -Cerró sus ojos con una gran sonrisa, con la brisa marina ondeando levemente su cabello.

No pude evitar el sonreír, agradecí internamente a Dios por sanarlo.

-Me alegra saber eso, Dios tiene el poder de cambiarnos y llenar el vacío con el que todos nacemos. -Murmuré acomodando un mechón de cabello detrás de mi oreja.- disculpa que pregunte pero... ¿cómo saliste tan rápido?

Sus ojos se abrieron nuevamente, pero la sonrisa no se borró de su rostro.- Fue algo increíble, mi sentencia de diez años se redujo a cinco por mi buena conducta... y realmente supe que fue Dios quien obró allí.

Solté un sonido de impresión, sonriendo feliz por él.

-¡Eso es maravilloso! Dios nos ayuda cuando menos lo pensamos.

Y durante un largo rato estuvimos hablando de muchas cosas, con la diferencia de que ahora caminábamos por la playa.

Hasta que era momento de despedirme de él, pero su gran y cálida mano sostuvo mi muñeca con suavidad; recordé las veces que me tomaba bruscamente del brazo o me empujaba contra alguna pared al amenazarme, pero ahora se sentía diferente.

Era como si... no deseara hacerme daño.

-Halia, yo... necesito decirte la verdad, de por qué yo... te atacaba demasiado.

Aquellas palabras me petrificaron, pero me mantuve quieta para escucharlo atentamente.

Tomó una gran bocanada de aire y continuó hablando.- Yo realmente... siempre tuve una atracción por ti, pero el saber de tu fe hizo que mi odio acabara con esa atracción. No me estoy justificando pero las veces que te ataqué, a ti a tus amigos, sentía que no era yo quien lo hacía.

Enmudecí por completo, algo me decía que Lander la mayoría de veces fue controlado por enemigos espirituales.

-Sabía lo que hacía pero era como si no hubiera forma de detenerme, mi cuerpo accionaba y ya. -Suspiró pasando su mano por su cabello.- todo el daño que te hice... de veras lo siento, y la muerte de June juro que no sabía lo que Trenton pensaba, yo...

Sus palabras quedaron en el aire, porque mis brazos rodearon su cuello para abrazarlo.

Los brazos cayeron a sus costados languidecidos, sin moverse quizás por la impresión que le había causado el abrazo de mi parte.

-Lander... ya no importa. -Susurré cerca de su oído, cerrando mis ojos.- todo ha sido perdonado.

Y ahora sus brazos reaccionaron al cerrarse en torno a mi cintura, hundió su rostro en mi hombro y pude sentir pequeñas lágrimas suyas humedecerlo.

-Eres un ángel, Halia... en verdad que lo eres.

Tales palabras dichas contra mi piel me erizaron, alzamos nuestros rostros por unos segundos y observamos nuestros ojos largamente.

Quizás... él y yo podíamos empezar de cero.

ꜱʜᴜᴛ ᴜᴘ! 🔚 novela cristiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora