ꜱʜᴜᴛ ᴜᴘ! 🔚 novela cristiana.

IV: No fear.

8:45pm.

No sabía con exactitud cuál iba a ser el siguiente paso de Lander, pero podía asegurar que no iba a ser nada leve como las notas amenazantes en clase.

Tomé mi laptop y me fui hasta la cama, acaté una posición india y coloqué el aparato sobre mis piernas; iba a revisar un poco mis redes sociales ya que desde lo sucedido hace días no había revisado nada, así que esa era mi oportunidad.

Inicié sesión en Facebook y las notificaciones eran más de veinte.

Y eso era decir mucho.

-Vaya, ¿de tanto me perdí? -Reí levemente seleccionando el ícono de las notificaciones.

Pero mi semblante decayó en petrificación al ver que eran publicaciones ofensivas.

"#Dios está muerto."

Todas las publicaciones tenían ése hashtag como referencia y cada publicación tenía una foto de burla y blasfemia a Dios, y habían tomado una de mis fotos donde la editaron completamente.

Tenía tachaduras en los ojos de color negro, y en letras grandes y rojas decía "La Fe muerta". Aquello me hizo estremecerme que incluso mi estómago se contrajo.

Salí de mi habitación en carreras y fui hasta el baño para expulsar la cena que acababa de comer, el váter tuvo que sufrir recibiendo todo ése líquido expulsado.

-D-Dios... -Musité agitada por vomitar, me puse de pie temblorosamente y limpié mi boca con agua.

Ezra pasó por el pasillo y se detuvo en el baño al verme tan pálida y temblorosa.- ¿Qué te ocurre, Halia?

Sin decir alguna palabra, llevé a mi hermano hasta mi habitación. Señalé la laptop para que viera cada una de las publicaciones.

Su rostro se desfiguró por completo.

-Esto ya va en aumento, estoy seguro que Lander fue el que comenzó. -Espetó apretando sus puños hasta volverse blancos sus nudillos.- y nosotros sin poder llamar a la policía porque el muchachito es hijo del jefe de la estación.

Me abracé a mí misma en forma de consuelo o apoyo, pero rogaba al Espíritu que me diera valentía para afrontar todo esto.

Ezra me miró y no dudó en ir a mí y abrazarme con fuerza.

-No te preocupes, mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.

Y lloré. Lloré con fuerzas aferrándome a la espalda de mi hermano mayor.

Tenía que tener fe, debía resistir.

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Al día siguiente, fui a una papelería para fotocopiar una fotografía que descargué de internet.

Al tener las copias me apresuré en ir hasta la universidad, todavía no llegaban los estudiantes ya que me aseguré de llegar antes de la hora habitual.

Lucinda ya me esperaba en el campus, y al verme se acercó a mí con rapidez.

-¿Estás segura de hacer esto? -Me preguntó algo nerviosa.

Suspiré profundamente y asentí con la cabeza totalmente segura.

No iba a echarme para atrás.

Lucinda y yo corrimos al interior de la universidad, y con paciencia pegamos los volantes en cada casillero y pared de los pasillos.

Cada volante tenía la misma fotografía con las siguientes palabras:

"Dios NO está muerto."

Al finalizar chocamos los cinco para sonreír satisfechas.

-Lander se va a enojar, y mucho. -Comentó ella respirando profundo.

-Pues no me importa, aún si intenta matarme no hará que silencie mi fe. -Respondí totalmente segura de mis palabras.

Después de todo, para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.

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9:00am.

Nos encontrábamos los cuatro reunidos en la cafetería mientras almorzábamos, y el plan fue todo un éxito ya que todos lograron ver los volantes.

La directora obviamente nos dio una reprimenda a Lucinda y a mí, pero eso no evitó que siguiera sintiéndome feliz.

-De verdad que están locas. -Agregó June antes de llevarse un bocado de macarrones a la boca.

Lucinda rodó los ojos siendo rodeada por los hombros de Ezra.- No seas así, es algo que debíamos hacer.

-Tiene razón. -Intervine al finalizar mi almuerzo.- no dejaré que me calle lo que creo y lo que sé...

Iba a continuar con la conversación, pero un líquido frío y pegajoso cayó sobre mí cabeza, ensuciando mi cabello y ropa.

Ezra, Lucinda y June quedaron estupefactos mientras me observaban fijamente.

La risa de Lander detrás de mí me hizo girar lentamente mi cabeza.

Y efectivamente fue él, quien ahora se alejaba de la cafetería escuchando las carcajadas de los estudiantes sobre mí.

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¡Dios les bendiga!