CAPÍTULO 33: ¡¡¡AYUDA!!!

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POV RAYMOND

Me terminó de un sorbo mi cerveza y celebro que los Mariners volvieron a perder... ¡¡¡Hubiera perdido quinientos dólares si ganaban!!!

Si, lo sé, soy pésimo aficionado. Es mi equipo, pero conozco sus capacidades, no soy estúpido. Sabía que iban a perder.

Me interrumpo en mi festejo al escuchar que tocan el timbre histéricamente. ¿Que les pasa?

Llegó a la puerta y al abrir me topo con una imagen inesperada: Wanda, el escarabajo, estacionado junto a mi Pick Up; y frente a mi: mi hija con el maquillaje hecho un desastre, hipando y sin parar de llorar.

-¡Papá... me engañaron... como a una estúpida... y creo que es mi culpa...!
-Mi niña...- le tiendo los brazos.

Se abalanza sobre mi y me aferra con fuerza.

Sabía que al casarme con Carla y aceptar a su hija como si fuera mía haría que con el tiempo fuera yo quien le diera consuelo cuando le rompan el corazón; también sabía que inevitablemente esto sucedería, y sabiendo como es su madre desde siempre, Ana me buscaría más a mi que a ella; pero, el estar aquí, así, y ahora me hace darme cuenta de que no estaba listo para este momento. No creí que a mi niña, mi fría y distraída Ana le romperían el corazón.

-Hija, mira... yo... la verdad no sé como llevar esto...- le digo al llevarla al sofá. 

Se acomoda en posición fetal en el mismo y sobre por la nariz. Yo estoy rascándome la cabeza y a nada de ponerme a rezar pidiendo ayuda divina.

-Lo siento... yo...- se disculpa mi niña al verme tan confundido.
-¡Hey!- no tiene por qué disculparse, para eso soy su padre. Continuo: -No lo sé, pero ya pensaremos en algo. ¿Vale?-

Se sienta y se limpia  la cara con un pañuelo de una cajita que tengo siempre sobre la mesa ratona de mi sala.

-Estás hecha un desastre, pero sabes que ésta es tu casa. Ve a darte una ducha y ponerte ropa cómoda, y en cuanto estés lista te estaré esperando en la cocina y tomaremos una taza de té caliente- le sugiero y la animo.
-Gracias, papá- se pone de pie y me abraza aún llorosa.
-No agradezcas. Eres mi hija, y mientras tenga vida estaré para ti.
-Te quiero, papá. Te quiero mucho- me dice y me abraza.

Se levanta de nuevo y junta en una bolita todos los pañuelos desechables que usó para limpiarse la nariz y la cara, aunque sólo lo empeoró.

Escucho que entra a la que fue su habitación, tres minutitos después sale con su ropa en una mano y se va a la ducha. Espero.

Tras diez minutos la veo salir. Está descalza, usa un pijama de pingüinos afelpada y está envolviendose con un albornoz azul. Se va a su cuarto de nuevo. La casa está tan callada que escucho claramente como pasa el peine por su cabello y después todo vuelve a ser silencio. En ese momento voy a la cocina y saco la tetera silbadora que le encantaba a Ana cuando era pequeña. Nunca entendí por qué le gusta ese cacharro, pero creo que la animará un poco saber que aún la tengo.

Cuando sale Ana de su habitación está más pálida, usa unas pantuflas lanudas y trae en la mano una caja de pañuelos nueva. Se sienta en un taburete y mira como le sirvo el té.

-Aún la tienes- se refiere a la tetera.
-Hmm- resoplo.
-Pues... yo... papá... yo me enamoré de Christian Grey- me dice mientras tomaba mi te.

Al escuchar el nombre de la razón de sus problemas espurreo el te sobre la encimera y me le quedó viendo como si me hubiera dicho que descubrió vida en Plutón.

-¿Perdón? ¿Dijiste que de Christian Grey?- le replicó mientras trato de recuperarme y limpiar lo que tiré.
-¿Sábes quién es?- me pregunta con los ojos muy abiertos y muy hinchados.
-Annie, a menos que viva bajo la tierra no sabría quien es el tipo. ¡Claro que sé quien es! Es el segundo hombre más rico del país. Está por desbancar a Bill Gates de seguir así...

TE QUIERO SOLO A TÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora