CAPÍTULO 8: ¿UNA CITA?

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POV ANASTASIA

Me quedé muda al ver a Christian venir a mi empleo a entregar los almuerzos, pero no se comparó con lo que sucedió después...

—¿Te llamas Anastasia Steele? Me gusta tu nombre. — me comenta Christian en la recepción de SIP mientras me entrega mi pedido.
—Eh... Si. En cuanto a ti, no sé más que tu nombre. — le respondo incómoda.
—Me llamo... Christian Gr... James.— carraspea y tira del cuello de su camisa. Se nota nervioso,— Christian James, perdón.
—Ok...— respondo contrariada por su reacción. Cambio de tema. —Supongo que nos veremos con frecuencia...
—Eso creo, Le pedí a Melly el empleo después de que te fueras.
—¡Que buena suerte! Melly no contrata a nadie así, le caíste bien.
—¿Crees?— me pregunta inseguro.
—Si. Melly estudia a las personas, es muy observadora. Pero me da gusto...
—¿En serio?
—Si.
—Vale, me tengo que ir. Pero nos vemos mañana.— Me dice y tiende su mano.

Le devuelvo el gesto y me sujeta de la mano con fuerza, haciendo más intenso el escalofrío que siento cuando lo tengo cerca. Se acerca a mi con cuidado y me da un beso en la mejilla, muy cerca de la boca.

—Nos vemos, nena.— susurra en mi oido  y se aparta de mi. 

Sale con paso airado de la recepción de SIP y yo me acerco a las puertas de cristal. Lo veo ensimismada subir a su moto y caigo en cuenta de que tan atractivo es... ¡Tiene un trasero divino!

Lo veo irse y me doy cuenta de que en mi mano tengo un papel doblado. ¿En qué momento me lo dieron? Lo desplegó con cuidado y veo una figurita de origami. ¡Una grulla! Es la grulla de papel que Christian hizo mientras conversábamos en el café.
La miro emocionada y vuelvo a la recepción a tomar la bolsa de mi almuerzo.

—¡¿Ves?! Te dije que tenías que bajar.— me dice una muy alterada Claire.
—Si... Me va a encantar la hora del almuerzo.— le respondo y subo con mi bolsa y mi grulla a mi escritorio.

Claire se quedó confundida al verme ir hacia el elevador sosteniendo mi bolsa de papel y con cuidado llevar en la otra mano la grulla de papel.

Ross volvió casi al final de la jornada de las oficinas de presidencia y se veía muy preocupada. Prefiero darle su espacio y le dejo a su lado en el escritorio una taza de té y tomo los manuscritos que dejó sobre la mesa para revisarlos y trabajar con ellos.

A los treinta minutos me pide entrar a la oficina y veo que cierra la puerta. Se ve molesta o no sé, pero deseo no haberla cagado.

—-Ana, se io non lo dicevo a qualcuno diventava pazza...— me dice Ross en italiano. Está furiosa.
—Dime, Ross. ¿Puedo ayudar en algo?
—Quel bastardo de Roach! L'odio!- Vocifera Ross agitando las manos.
—Ross, ¿qué pasa?— Definitivamemte, Ross está furiosa.
—Succede che la maledetta editoria sta in fallimento y por come vanno le cose, non arriva al prossimo mese!
—¡¿Que?!— me siento en el sillón de su oficina.
—No lo sé... No sé nada ahora sobre que va a pasar... Proprio cosi! L'imbecille me cancello tutte le riunioni con li scrittori perché non c'è né sono soldi per investire... Non mi ha detto niente ed tutto questo sono passate tre settimane... È un cretino! Che non sa fare il suo lavoro?
—Supongo que nos vamos a quedar sin un empleo... — murmuro preocupada.
—No! Sopra mio cadavere! Vado ad investigare che merda ha fatto quel idiota di Roach, insieme agli altri aborigeni della amministrazione. Pero ti giuro Anastasia che la editoria non fallirà! Come che mi chiamo Rossana Tagliaferri!— continúa vociferando y golpea con la uña pintada de carmín el escritorio.
—Si te puedo ayudar, por favor, dime.
—Grazie, Ana. Vai a casa e riposa. Domani pensare qualcosa da fare. Voglio dimenticare che ho perduto la mia giornata per quel imbecille, sé no, lo ammazzo!—me dice Ross intentando serenarse, aunque no lo logra.
—Vale. Hasta mañana...

TE QUIERO SOLO A TÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora