Capítulo I: El Pasado

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Punto Fijo, Falcón

18 años atrás

07 de noviembre de 2004

Un hombre de tez morena y cabello enrollado negro, que luce una débil barba de ese mismo color, juega con su hijo, un niño con casi sus mismas características, el niño le extiende los brazos y le dice – Papi, quiero volar – el hombre sonriendo le dice – Como no pequeño Andrés, Papá te llevará a volar – el hombre lo toma en sus brazos y mientras el niño extiende los suyos, su Padre lo mueve por la habitación simulando ser un avión, teniendo como pista de aterrizaje, la cama, el pequeño Andrés se está riendo mucho, su Padre lo lleva a la pista de aterrizaje y comienza a hacerle cosquillas para que se ría aún más - ¡YA PAPI! – Su padre hace caso omiso a las palabras del pequeño, y luego se detiene y se acuesta con él en la cama, y lo abraza – Te quiero un mundo, mi pequeño ángel – el pequeño Andrés responde sonriendo – yo te quiero un universo, mi gran héroe – el padre sonriendo comienza a cantarle una canción de cuna, hasta que queda dormido.

Una joven entra a la habitación – Papá – la puerta suena y el padre colocando el dedo índice en sus labios le dice – No hagas ruido, Ana, tus hermanos están dormidos – la joven Ana observa a un Andrés de cuatro años dormido en la litera, y una Anais de dos años durmiendo en una cuna - ¿Qué ocurre? – pregunta el hombre – Vengo a decirte algo que quizás no vaya a gustarte, si no quieres despertar a mis hermanos, lo ideal será no hablar aquí – el hombre suspira – está bien, vayamos a la sala – aquel hombre se levanta lentamente de la cama y comienza a caminar hacia la puerta para abandonar la habitación.

Al llegar a la sala, están sus otros dos hijos, Adrián y Alexis con las maletas hechas - ¿Se van de viaje y no me dijeron nada?, ya saben cuál es el castigo por eso – Ana baja su mirada – no es eso – el padre suspira - ¿entonces? ¿quién hablará? – Alexis se levanta – Ana – La joven Ana encara a su padre mirándolo a los ojos – Nos iremos con Mamá, no soportamos vivir bajo el mismo techo que esa mujer – Aquel hombre un poco alterado les dice - ¡Ya se los he dicho antes! ¡Mientras yo viva, nadie dejará esta casa! – la hermana de los muchachos le responde a su padre – Esa es nuestra decisión, no te pertenece, no tienes derecho a retener... - el padre abofetea a Ana frente a sus hermanos - ¡Ya hablé! – Alexis se levanta rápidamente para defender a su hermana, a pesar de ser el menor de los tres, era el más alzado – Ya tomamos una decisión, viejo – frunciendo el ceño, su padre le responde – Yo también tomé la mía – aun frunciendo el ceño mira a su hijo Adrián y le pregunta - ¿Y tú? ¿no dirás nada? – el joven Adrián encogiéndose de hombros responde – No, Papá, somos tus hijos, tenemos que acatar tus normas – en ese momento una mujer de cabello castaños irrumpe en la casa – Y también las mías – dice la mujer.

Era una mujer despampanante, deseada por cualquier hombre, ojos verdosos y cabello castaños, piel blanquecina y sonrisa perfecta – ¡Marielys! – exclamó aquel hombre – Explícame, Ángel Martínez, ¿por qué razón, motivo o circunstancia mis hijos no pueden vivir conmigo? – frunciendo el ceño nuevamente, Ángel le respondió – Crecerán mal contigo, sólo verán como metes a hombres diferentes en tu cama cada semana – Marielys abofetea a Ángel – Nos vamos muchachos – dice la mujer dándose la vuelta y tomando las maletas de sus hijos, Adrián mira a su padre con arrepentimiento y le dice en voz baja – Lo siento, viejo, yo no quería marcharme – y se va.

A la madrugada del siguiente día, Ángel despierta por las caricias de una bella mujer de cabello negro y ojos marrones, Anabel García, la madre de sus otros hijos, Andrés y Anaís – Ya es hora de despertar, tienes trabajo que hacer – Bostezando Ángel le responde – Doble trabajo querrás decir – Anabel muy seria le dice – No puedes seguir fingiendo esta doble vida para toda tu vida, no puedes ser un agente encubierto de la Interpol y un transportista de niños de kínder por siempre, en especial cuando una de esas dos vidas puede matarte – Suspirando le responde – Renunciaré a mi trabajo con la Interpol cuando llegue el momento – Su esposa exaltada pregunta - ¡¿Cuándo diablos será eso?! – Ángel se sienta en la cama dándole la espalda a su mujer – Cuando mis hijos tengan su futuro monetario asegurado, quiero asegurarles una casa y un carro a cada uno por lo menos, aunque sea solo a nuestros dos pequeños – Anabel se coloca la almohada en la cara – Tus intenciones son buenas, pero la manera de hacer las cosas no es la correcta, no puedes darle ese futuro a tus hijos si estás muerto – Bajando su mirada Ángel responde – Lo sé, por eso no tengo entre mis planes hacerlo, ni hoy, ni mañana, ni nunca – Ángel se levanta de la cama y va a la ducha.

Luego de esto, lo vemos vistiéndose, colocándose encima de la franelilla, un chaleco antibalas, y luego una chemise negra con rayas blancas - ¿Estás listo? – le pregunta al pequeño Andrés de 4 años, bostezando le responde – No – Sonriendo le dice – No, no es una respuesta para mí, carajito, sube al auto – Arrastrando su bolso de la escuela con mucha flojera, el pequeño Andrés obedece a su padre – ¡Dejaré a Anaís con mi Mamá! – Grita Ángel para que Anabel lo escucha - ¡Entendido! – le responde, al montar a la pequeña Anaís en el auto, vuelve al interior de la casa solo para despedirse de su mujer con un beso y luego se marcha.

Una vez que dejó a Andrés en el kínder, solo le queda llevar a Anaís donde su Abuela, pero se detiene a hacer unas compras, mientras recorre el supermercado con su hija en brazos, se percata de dos personas extrañas a sus costados en los finales de ambos pasillos – Santo cielo – susurra, uno de los hombres se le acerca, y Ángel coloca a su hija en el carrito de compras – Señor, puede decirme ¿dónde está el pasillo hacia la otra vida? – Ángel le responde con un fuerte cabezazo que lo tumba al suelo y luego dice – En tu cara maldito – luego el otro tipo con una navaja, ataca por la espalda, Ángel se percata por medio de un espejo, le pega una patada al carrito de compras haciendo que ruede al final del pasillo con su hija mientras que él se da la media vuelta, esquivando la puñalada, luego toma al maleante por la cabeza y lo golpea contra el estante de los jabones de lavar, acto seguido le dobla le muñeca y le coloca su propia navaja en la garganta - ¿Para quién trabajan? – pregunta seriamente.

Apenas pudiendo respirar el maleante le responde – Pa-ra el Zodiaco – haciendo más presión en los músculos del criminal, Ángel responde – Creo que no entendiste mi pregunta, ¿Para quién demonios trabajan? – y aprieta aún más su llave – Para Ofiuco, él es el líder de la organización – En eso, sorpresivamente el otro criminal se lanza contra Ángel derribándolo con una lanza, pero Ángel no cae sin hacerle daño, le corta la mitad de la mejilla al que tenía sometido y luego clava profundamente la navaja en la espalda de quién lo derribo – Sí que golpeas duro, viejo – dice el criminal – le servirías bastante a nuestra organización, lástima que nuestras órdenes sean asesinarte – añade, mientras que el otro criminal se desangra por la herida en su mejilla y le dice – Maldición, Derek, termina de matarlo o lo haré yo, el maldito me cortó la cara – Sonriendo, el criminal de nombre Derek saca una Glock y responde – Adiós, Agente 16... esto es por lo que le acaba de hacer a Joshua – Derek dispara cuatro veces seguidas sobre el cuerpo de Ángel y luego su arma se encasquilla – Maldición, estúpida pistola, huyamos antes de que llegue la policía – le dice Derek a Joshua, a lo que este le responde – Pasemos por un hospital, necesito atención médica – Así, los asesinos dejan la escena del crimen.

A pesar de tener cuatro balazos en su cuerpo, en puntos vitales, Ángel continúa con vida y se arrastra hasta el final del pasillo, dejando un gran camino de sangre en su recorrido, a duras penas logra tumbar el carrito de compras y hacer que Anaís caiga sana y salva en su pecho – Hija, sé que no puedes hablar a esta edad, pero... dile a tus hermanos, y a tu madre, cuánto los amo, de esta no saldré – Ángel observa a una pareja de ancianos en un rincón, escondidos por el tiroteo y les entrega a Anaís, no sin antes darle un beso en la frente y decirle – Adiós – luego se dirige a los ancianos – Su nombre es Anaís Martínez, cuídenla mucho, hagan que vuelva con su madre – los ancianos asienten con la cabeza mientras que una señora en el fondo llama a una ambulancia... acto seguido, Andrés camina de la mano de su madre, bajo la lluvia, y al frente de ellos, el ataúd de Ángel es llevado al lugar donde será su tumba, por sus amigos y familiares que lloran su muerte...

La Melodía del Amor 2: Los Acordes del OlvidoWhere stories live. Discover now