Capítulo XIX: Los Dos Últimos Soldados En Pie

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Andrés

Mi padre, Gabriel y el Señor Schmidt al fin llegaron a ZonaRecords, estoy feliz de que mi padre esté bien, pero no me molesto en abrazarlo, sigo algo molesto por haberme ocultado lo de White Lion – Esto es tuyo – dice cortante entregándome un par de armas y granadas, hace lo mismo con Megan – Ya que están aquí, María se comunicó con nosotros hace un momento, dijo que White Lion probablemente esté en el aeropuerto hay que dirigirnos hacia allá y confirmar que así sea para detenerlo de una vez por todas – todos están muy serios, el suelo tiembla un poco y una explosión ilumina el cielo en el lugar donde se supone está la Base Naval - ¡Mierda! – exclamo y entro rápidamente al tanque para intentar comunicarme con ellos - ¿Alberto me copias? ¿María? ¿Alguien me copia? – no recibo respuesta, solo hay silencio, eso quiere decir que probablemente María y Alberto estén muertos.

Salgo algo deprimido del tanque, Megan me abraza y me dice – Ella está bien – me aparto de ella y le pregunto - ¿Cómo estás tan segura de eso? – mirándome a los ojos responde – Es una corazonada, María es una chica fuerte, no morirá tan fácilmente – tiene razón, tengo que creer y confiar en María y Alberto, suena loco, pero yo también siento que están vivos o al menos quiero creer que no murieron, mejor dicho, elijo no creer que murieron. Mi padre enciende el auto en el que vinieron – Apresúrense, tenemos un vuelo que tomar y vamos tarde – el señor Schmidt coloca su mano en mi hombro y me dice suavemente – Todo estará bien Andrés, por ahora concentrémonos en el objetivo – asiento con la cabeza y camino junto a él hasta montarme en el auto. Gabriel se monta de copiloto mientras que el señor Schmidt, Megan y yo vamos en el asiento trasero.

El auto acelera y se pierde del lugar en un abrir y cerrar de ojos, cuando vamos subiendo el distribuidor de Las Margaritas, un par de luces nos advierten del enemigo, son un par de motos enemigas que comienzan a dispararnos con ametralladoras - ¡Maldición! – exclama mi padre mientras que el auto se colea al intentar esquivar las balas que rompen el vidrio trasero, en una acción rápida, Megan carga el rifle y dice – Esos malditos se las verán conmigo – apunta rápidamente desde el asiento trasero a uno de los motorizados y comienza a disparar, cargo el rifle y le presto apoyo disparándole a la segunda moto. Sin darme cuenta, el señor Schmidt nos presta apoyo disparando con una pistola, logramos derribar a uno de los motorizados, pero el otro nos sigue muy de cerca, una bala da en el hombro del Señor Schmidt y él se cubre bajo tras el asiento, inmediatamente Megan y yo bajamos para recargar y verificar que el Señor Schmidt esté bien, por suerte así es, solo está herido. El sonido de la moto se acerca a nosotros y en cuestión de segundos está sobre nosotros.

El Copiloto de la moto salta hacia el auto y cae en el techo del auto, Gabriel toma acciones en contra y comienza a disparar al techo, logrando derribar al motorizado, Megan tiene el rifle cargado y dispara contra el otro motorizado, derribándolo, finalmente nuestro camino está despejado - ¿Se encuentra bien? – le pregunta Gabriel a su superior – Si, no te preocupes he tenido heridas peores – el Señor Schmidt respira algo cansado y Gabriel le sonríe y dice – Lo sé, jefe... no vamos a arriesgarnos. Martínez, llevémoslo a un hospital – mi padre le responde a Gabriel – No tenía pensado desviarme, por suerte el hospital queda en la vía, haremos esto rápido, me detendré en el hospital le dejarás el jefe a los médicos y si no has salido en tres minutos nos iremos sin ti, ¿De acuerdo? – Gabriel mira a mi padre y le responde – Entendido.

Y así ocurre, hacemos una parada rápida en el Hospital Calles Sierra, Gabriel ayuda al señor Schmidt a bajarse del auto y lo reciben unos médicos, lo ayuda a subir en una camilla dejándoselo a los médicos para que lo lleven al quirófano y le extraigan la bala, en menos de tres minutos, regresa al auto y retomamos nuestro camino, esta vez está totalmente despejado – Esto está aburrido – Dice Gabriel y enciende el radio, mi padre lo apaga y dice - ¡No pondrás música! – Gabriel encara a mi padre y enciende el radio nuevamente – Claro que sí – mi padre lo apaga – Por supuesto que no – Gabriel lo vuelve a encender – No seas aburrido – dice - ¡Ya basta! ¡Dije que no pondrás música! – Mi padre algo molesto quita el radio y lo lanza por la ventana hacia la carretera – La edad te está afectando – un poco molesto mi padre le dice a Gabriel – Cuida tus palabras muchacho, recuerda que soy tu superior – Gabriel guarda silencio, mientras que Megan intenta no reírse, luego las luces de la ciudad comienzan a apagarse, al parecer se fue la luz.

La Melodía del Amor 2: Los Acordes del OlvidoWhere stories live. Discover now