1
Aaron
Voy en el avión comercial, tengo una maldita venda en el brazo gracias a la bala que disparó esa chica pelirroja, contemplo desde la cabina del copiloto la ciudad de Punto Fijo, es realmente hermosa desde lo alto, lástima que vaya a ser bañada con sangre y enterrada entre sus propios escombros aunque estoy seguro que aun después de ser enterrada se seguirá viendo tan hermosa como antes o incluso más, quizás estoy loco por pensar de esta manera, pero no es así, no estoy loco, simplemente estoy tomando venganza en nombre de mi madre, haré que cada lágrima que derramó sea una bala que asesina a ese hombre que me negó como su hijo. Sería fácil acabar con todo haciendo explotar la Refinería de Amuay, pero no tendría sentido, quiero ver sus caras de sufrimiento, quiero escuchar sus voces pidiéndome piedad, quiero escuchar sus llantos y si atacara directamente la refinería solo vería partes humanas incineradas lloviendo por todos lados.
Algo grande está por ocurrir aquí, intentarán detenerme, muchos, intentarán detenerme, pero no lo lograrán estoy a solo cuestión de minutos, horas quizás, de cumplir el juramento que hice ante la tumba de mi madre. Ahora están regresando a mi mente todos esos caóticos recuerdos de mi adolescencia y de mi niñez, la vida me quitó a la mujer que iluminaba cada una de mis mañanas, a la que con un beso me protegía de los monstruos que vivían bajo mi cama a la hora de dormir, a mi madre, él me la quitó, ese hombre que se hacía llamar "Ophiuco", ese hombre que decía amarla y quererla, por eso me aseguré de quitarle la vida y de apoderarme de su organización. Pero si hablamos de culpables, Ángel Martínez fue el causante de todo esto, me aseguraré de quitarle todo lo que ama, todo lo que ilumina su mundo, con la oscuridad que dejó en mi mundo me aseguraré de cubrir la suya.
2
Narrador
En el pasado
Ciudad de México, México
16 de febrero de 2003
Hace dos años que Verónica Hernández y su hijo, Aaron Hernández arribaron a México, se vieron obligados a huir tras caer en deudas, nadie sabe su paradero, simplemente abandonó su casa, sin decirle a nadie a donde iba, y aquí está, con nacionalidad mexicana buscándole un futuro a su hijo, un bastardo del "fallecido" Ángel Martínez, medio año después de haber migrado conoció a un hombre de mucho dinero, un hombre de piel trigueña, ojos verdosos y un excelente cabello lacio color castaño, barba perfecta, se veía joven, aparentaba fácilmente 27 años, aunque su edad era más. En la actualidad, este hombre que responde al nombre de Sandro Jordan y aquella mujer de nombre Verónica Hernández, viven juntos en un lujoso pent-house del que se puede ver casi toda la ciudad.
Sandro está en el balcón del Pent-house contemplando la ciudad en la noche, una ciudad que está bajo su control económico, tres centros comerciales de los cuáles es el dueño, seis conjuntos residenciales de los cuáles es el dueño, hay cafeterías, quioscos y supermercados dentro de la ciudad que están a su nombre, dueño indiscutible de un matadero con el que distribuye la carne no solo en la ciudad, si no en gran parte del país, militares y policías bajo su control, sus cuentas de bancos alrededor del mundo tienen millones de dólares, es sin duda un hombre poderoso, contemplando una ciudad en la que nadie sabe quién manda, muchos suponen que es el Presidente, pero nadie sabe que el verdadero dueño está observándolos desde el punto más alto de la ciudad con una mirada llena de malicia.
Su mirada expresa no solo maliciosa, si no también codiciosa, sin duda alguna no es un hombre bueno, su desvelada es interrumpida por una mujer que al igual que él, viste una bata de baño, es Verónica - ¿Sandro? ¿Qué haces despierto tan tarde? – Sandro voltea a verla y luego regresa su mirada a la ciudad – Me costaba conciliar el sueño, así que vine hasta aquí a ver las luces de la ciudad – responde Sandro, Verónica se acerca a él y lo abraza por la espalda - ¿Qué haces despierta tú? – le pregunta Sandro. Acurrucándose en el hombro de Sandro, Verónica le responde – Me desperté al sentir la cama vacía, al abrir los ojos vi que no estabas y me levanté a buscarte por todo el departamento – Sandro se echa a reír - ¿Me buscaste en todos los pisos? – acercándose a su oído, Verónica le dice – No, solo en el pent-house – Se ríe. Sandro levanta su mirada y observa la luna – Que bella está la luna esta noche, debe estar envidiosa de ti – confundida por las palabras de Sandro, le pregunta - ¿Por qué estaría envidiosa de mí? – sonriendo pícaramente Sandro le responde – Porque su querido Sol sale cada mañana solo para despertarte y apreciar tu belleza un día a la vez.
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La Melodía del Amor 2: Los Acordes del Olvido
ActionTres años después del final de "La Melodía del Amor", Andrés ha ganado mucha fama mundial, dinero, premios, pero lo único que no ha encontrado es el amor, el fantasma de Ysabel lo sigue atormentando y no lo ha dejado ser feliz, además su lucha contr...