6:07 AM.
Rodrigo sostuvo con fuerza el maletín mientras traspasaba el vestíbulo hasta las escaleras. Subió a trote, ese ligero ejercicio iba a ayudarle en el pesado horario que tendría en los próximos quince días. Tiempo que se llevaría en crear el nuevo programa de seguridad de la empresa japonesa que buscaba adquirir su producto y que con suerte en el futuro le daría una oportunidad de que su empresa subiera al siguiente peldaño y hacerse de un nombre en el mundo de la seguridad en el ramo.
Por su cabeza pasó el grupo de las empleadas de limpieza que encontró en el primer día y miró a su alrededor esperando encontrarlas en el piso. No hubo sonido alguno, el piso estaba vacío de personal. Se notaba que el aseo estaba hecho. Las pisos brillaban y se notaba que no había nada de polvo en los muebles. Todo preparado para que a las ocho de la mañana, que era el horario de los empleados empezaran a trabajar. frunció el ceño, tenia un sentimiento extraño, como si resintiera la ausencia de aquellas mujeres. No era normal que en un sólo día se acostumbrara a oír sus voces y sus presencias o el aroma de aquel café que le despertó con su delicioso sabor.
Sus papilas gustativas se llenaron de saliva al pensar en la bebida caliente. La extrañaría. Definitivamente.
Entró en su oficina. Un suave aroma a lavanda artificial lo recibió. Se quitó la chaqueta como acostumbraba colgándolo en el gancho junto a la puerta y caminó hasta su escritorio doblando las mangas de su camisa.
Sus ojos se posaron en el termo blanco que estaba de más en su escritorio, estaba ahí con una nota amarilla pegada a él. Dejó de doblar sus mangas y se acercó mirando el termo con curiosidad, lo tomó en su mano y leyó la nota elevando las cejas oscuras.
"Un presente. Espero que el café sea de su gusto y le ayude a estar más alerta para hacer de su día de trabajo más ligero",
Rodrigo volvió a darle una ojeada al recipiente frunciendo el ceño y abrió la tapa mientras arrugaba el papel amarillo que despegó. Lo tiró a la papelera con una nueva bolsa negra, de inmediato su mente regreso a el momento en que la chica sostenía la bolsa llena de basura en su pecho, lo que le sacó una divertida carcajada.
Siempre se podían ver las cosas de distintas maneras. Ella quizá estaba aterrada de verlo en la puerta cuando ella estaba intentando huir antes de que él entrara a su oficina, a él le pareció una situación divertida, la chica nerviosa, aferrándose a una bolsa que cualquiera pensaría que era muy valiosa.
Se inclinó al delicado humo que salía del termo. El aroma de la bebida perfecta. Cerró los ojos y disfrutó de aquella maravilla. Estaba dispuesto a disfrutar el delicioso café y relajarse antes de empezar su día de trabajo.
Sus ojos se cerraron. Su boca explotó en un orgasmo de sabor y le sacaron un gemido de placer. ¡vaya! Sonrió ampliamente, ¡Ese era un verdadero café! Se dejó caer en su sillón tras el escritorio y se recargó en el cómodo respaldo disfrutando sus cinco minutos con el mejor café que había probado en su vida.
Por primera vez en su vida se atrevió a subir los pies sobre su escritorio. No quería pensar en el trabajo y en las dificultades que tenía los próximos catorce días para terminar con su proyecto.
En aquellos momentos de ocio, su madre se metió en sus pensamientos. La entretenida noche en el restaurante favorito de su madre;
- No voy a mencionar nada acerca de tu falta de interés para encontrar una mujer - dijo sonriendo -, quizá este equivocada y lo que quieres es otra cosa, aunque nunca me has parecido de ese estilo.
Rodrigo se atragantó con el sorbo de vino. Dejó la copa sobre la mesa y cubrió su boca con la servilleta de lino rojo buscando no manchar su camisa y corbata.
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TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINAS
Romance¿Quién diría que sólo bastaban quince días para enamorarse? Nunca en la vida podía haber pasado por la cabeza de Rodrigo Del Valle. En su cerebro se mantenían asuntos más primordiales que el amor. Estaba su empresa y el deseo de llevarla al siguien...