DIA 6

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7:45 AM.

Apenas si podía mantener los ojos abiertos. El aire fresco de la mañana se filtraba por la ventanilla apenas cerrada del asiento junto a él, en donde Saúl se mantenía alerta mientras conducía por la semivacía carretera. No era una de sus mañanas favoritas, ni por asomo, hacia tiempo que no se sentía tan terrible, ni siquiera con resaca.

Se acomodó en el siento de cuero de la lujosa camioneta todo terreno de su amigo y recargó la cabeza en el respaldo buscando poder dormir un rato a ver si con unos minutos de sueño se le quitaba el molesto dolor de cabeza, quizá cuando llegaran estaría libre de sus molestias y él y los hermanos harían buen uso de sus bicicletas de montaña.

- ¿Agotado?

La pregunta llegó a Rodrigo en el momento en que estaba por dormirse.

- ¿Se nota mucho? - inquirió con sarcasmo.

- Pareces un muerto viviente - rió Saúl mirándolo de reojo -, cualquiera a kilómetros lo notaría.

- Ha sido una semana agotadora - suspiró cerrando los ojos.

- Bueno, te has presionado demasiado - dijo -, no creo que valga la pena tanto trabajo todo para que esos cabrones al final salgan con que: "dijo mi mamá que siempre no".

Rodrigo rió sin mucho humor y entre abrió un ojo mirándolo.
.
- Gracias a Dios que no he trabajado todos estos días con hijitos de mamá. - replicó cruzando los brazos y volviendo a cerrar los ojos buscando terminar con la charla.

- Estoy preocupado.

Dijo Saúl después de unos minutos de bendito silencio. Rodrigo aguantó un suspiro y miró a su amigo levantando una ceja interrogante.

- Nunca de los nunca has salido por la noche de un día en la semana laboral a tomar un trago - dijo serio sin apartar la mira de la carretera -, mucho menos te has ido con una mujer a coger sólo porque si. - Lo miró apenas. - Me preocupas.

- Creí que te alegraría que siguiera tu ejemplo.

- No estoy bromeando amigo, - el tono de su voz fue de reproche. - se verdad estoy preocupado, ese proyecto tuyo está poniendo tu vida patas pa'arriba. Has cambiado.

Rodrigo miró el asfalto gris que parecía no tener fin frente el vehículo. Las rayas blancas pasaban a gran velocidad como única muestra ante sus ojos de como los kilómetros eran devorados por la camioneta.

¿Había cambiado tanto? ¿Tanto como para que Saúl lo notara? Él podía haber usado una camisa de cualquier color muy pocas veces normal en su persona y su amigo lo tomaría como si fuese otro Rodrigo. Era demasiado predecible, un movimiento nuevo y su vida habría cambiado, él lo habría hecho.

No, movió la cabeza. No es que hubiese cambiado, las situaciones en las que ahora estaba lo llevaban por otro camino.

¡Un camino que en otras circunstancias nunca tomaría!

Los besos apasionados que le hicieron perder la cabeza rondaron toda la noche en sus sueños. Ansiaba tener ese cuerpo en sus manos, hundirse profundamente y volver a perder toda razón. Suspiró agotado. No era el momento para regresar a esa escena una y otra vez, estaba ahí sentado en la camioneta de su amigo que llevaba sobre el techo tres bicicletas mientras el equipo estaba invadiendo la parte trasera de la misma.

Tras ellos Esther los seguía en su propia camioneta seguramente cantando algo de esas canciones que le gustaban a las mujeres. No quería arruinar la salida. Era un rato de esparcimiento para los tres, un descanso de la vida cotidiana. Algo que necesitaba con desesperación.

TAN DELICADA COMO UNA ROSA CON ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora